Opinión

¡Una muerte anunciada!

Jesús, el Hijo de Dios, es el único Hombre sobre la Tierra que ha anunciado su muerte y su propia resurrección. En algunas ocasiones lo hizo de manera velada y otras veces lo dijo claramente.

Por ejemplo, cuando los escribas y fariseos le pidieron señal para creer en Él, Jesús les dijo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt.12:40).

En otro ocasión, después de purificar el templo, es cuestionado por los judíos, a lo que Él responde: “…destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn.2:19).

A Nicodemo, después de hablarle del nuevo nacimiento, Jesús le dijo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Jn3:14-15).

En virtud de que los judíos, escribas, fariseos y aún sus propios discípulos no entendían el mensaje velado de Jesús acerca de Su muerte y resurrección, Él tiene que hablarles claramente lo que ya había sido anunciado de Él por los profetas del Antiguo Testamento, como Isaías, quien dijo: “Ciertamente llevó El nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más El herido fue por nuestra rebeliones, molido por nuestros pecado; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en El el pecado de todos nosotros” (Is.53:4-6).

Es por ello que después de la confesión de Pedro acerca de la deidad de Cristo, Jesús declaró claramente a sus discípulos que “le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mt.16:21).

En otra ocasión, “estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; más al tercer día resucitará…” (Mt.17:22-23).

Una tercera vez, “subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; más al tercer día resucitará” (Mt.20:17-19).

¿Qué significa esto?

Primero. Jesús sabía que venía a este mundo a sufrir y a morir.

Segundo. Jesús sabía quiénes le proferirían escarnios, vituperios, afrentas y muerte. Y a pesar de todo, estuvo dispuesto a venir y buscar lo que estaba perdido.

Tercero. Jesús sabía el propósito de su muerte: salvación eterna para el pecador.

¿Qué implica esto para tu vida?

Primero. La necesidad de creer en Dios quien nos dio a su Hijo Jesucristo para que tengamos vida eterna.

Segundo. La necesidad de reconocer que somos pecadores y que no hay otro Nombre bajo el cielo dado a los hombres en quien podamos ser salvos.

Tercero. La necesidad de aceptar a Jesucristo, quien se dio a Sí mismo por nosotros para perdonar nuestros pecados y darnos eterna salvación.

Querido amigo: Los escribas y fariseos demandaban de Jesús señal para creer en Él. Jesús murió y resucitó, señal irrefutable que a través de los siglos le confirma como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.

¿Quieres creer en Él? ¿Deseas recibirlo en tu corazón como tu Señor y Dios?

¡Hazlo ahora! ¡Hazlo ya!

*Pastor en la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org

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