Opinión

Tú y yo en el corazón de Dios

Dios dijo a Israel: “Con amor eterno te
he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jer.31:3).

En esta breve declaración de Dios encontramos dos elementos fundamentales: su amor y su misericordia en favor de su pueblo.

Teológicamente, el amor es el atributo por el cual Dios establece relaciones con sus criaturas para concederles todo el bien posible, de manera desinteresada, incesante y perfecta. Misericordia es el atributo por el cual Dios se compadece siempre de sus criaturas y está dispuesto a perdonar a los pecadores de manera completa y soberana.
La vida de Israel como nación confirma estos conceptos teológicos. Desde que Dios le escogió para Sí como su pueblo, Israel ha sido objeto de todo género de bendiciones, cuidados, provisión y protección divina. Dios lo ha hecho de manera desinteresada, porque ningún compromiso tenía para hacerlo, sin embargo lo ha hecho tan sólo es por su gracia y por su amor. De manera incesante porque su mano no se ha acortado para bendecirles, guiarles y defenderlos desde entonces y hasta hoy. Lo ha hecho de forma perfecta, pues nada ha faltado ni sobrado, todo ha sido en tiempo y forma como solo Él sabe hacer las cosas.

¿Ha merecido Israel tanta bondad de Dios? No, porque en múltiples y variadas ocasiones a causa de su idolatría y su pecado le ha vuelto la espalda, se ha rebelado y le ha dejado, yéndose en pos de otros dioses y siguiendo los deseos carnales de su malvado corazón. Sin embargo, una y otra vez Dios se ha compadecido de ellos y les ha perdonado de manera completa y soberana, manifestando de esa manera su misericordia.

¿Qué significa esto? Que durante más de cuatro mil años el pueblo de Israel ha estado en el corazón de Dios y por ello le ha hecho patente su amor y le ha prolongado su misericordia guardándolo, librándolo, salvándolo y preservándolo hasta el día de hoy; dándole una promesa maravillosa: “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, o Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador;…porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida” (Is.43:1-4).

¿El amor, la misericordia y las promesas de Dios a Israel son también para nosotros? ¡Sí, por supuesto! Dios nos dio a su Hijo Jesucristo como la revelación más sublime de su amor; y ahora en Cristo, quien se ofreció a sí mismo por nosotros en la cruz del Calvario, Dios nos concede todas las cosas consecuentes con su propósito divino. Y a más de esto, todas las promesas de Dios en Cristo, son en Él sí, y en Él amén, para gloria de Él. Ten presente que Dios es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Él no cambia ni hace acepción de personas. Él nos ama a todos por igual porque Dios es amor y su amor es eterno. Y por ello nos concede todo el bien posible de manera desinteresada, incesante y perfecta. Y por su misericordia perdona todos nuestros pecados cuando arrepentidos confesamos nuestras faltas y nos rendimos a Él. Pero su misericordia y su amor se hacen patente día a día porque al igual que a Israel Dios nos sostiene, nos sustenta, nos salva y nos preserva para el día en que estemos en su presencia en el reino de los cielos.

¿Qué significa esto? Que tú y yo estamos en el corazón de Dios. Y por tanto debemos confiar y descansar total y absolutamente en Él. Dios es fiel y Él cumplirá sus promesas en nosotros. Él no ha prometido eximirnos del fuego y de las aguas turbulentas de los problemas cotidianos, pero sí nos ha garantizado estar con nosotros en medio del fuego y de las aguas para darnos siempre la victoria.

¿Cuál es tu problema en este momento? No lo sé, pero Dios sí lo conoce. Dios te ama y Él quiere ayudarte tanto como a mí, para que tú y yo confirmemos que estamos en su amante corazón. Y en esa verdad irrefutable, afrontemos con valor, fe y seguridad toda adversidad que este año nos presente. Lleva su palabra en tu corazón: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”.

Pastor en la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciart.org

2 Comments

  1. Saludos, Hno Noé

  2. Saludos, Hno Noé

    atte Daniel Solís