Opinión

Tres opciones posibles y, sin embargo, imposibles

Charles Darwin

En el año de 1871 el mundo de ese entonces recibió la noticia que esperaba con ansiedad para responder a una cuestión vital: ¿Cómo es que surgió la vida en este Planeta? La respuesta la daba un señor que respondía al nombre de Charles Darwin, en una carta decía que la vida se había originado en un caldo muy especial, en un estanque con todo tipo de sales de amonio, fósforo, luz, calor, electricidad, etcétera. Allí se formo la vida. Qué sensacional para la gente de la época que deseaba una explicación racional y lógica que un científico expresara tal opinión.

En la escuela secundaria mi maestro de biología nos habló de ese caldo prebiótico que generó la vida y en ese momento de la pubertad lo creímos todos los muchachos de la clase. ¿Pero es verdad que ese caldo haya existido y que así se haya generado la vida? La respuesta es que para que haya habido tal caldo, era necesario, según los científicos, que fuera rico en aminoácidos y por lo tanto con una gran cantidad de nitrógeno, ya que los aminoácidos lo producen; por tanto en los sedimentos de la tierra deberíamos encontrar esas evidencias y no existen. Jim Brooks en su libro Orígenes de la Vida dijo: “A causa de esto, podemos estar razonablemente seguros de que nunca existió una cantidad sustancial de caldo prebiótico en la Tierra cuando se formaron los sedimentos precámbricos; si ese caldo existió alguna vez fue durante un breve período”. Alguien diría: “pero existió”.

Por tanto vamos a exponer tres opciones posibles para el origen de la vida.

Primera Opción: La vida existe por Azar.
Imagine usted, amable lector, que esta edición que tiene en su manos de Mi Ambiente, se halla formado en todas y cada una de sus páginas por que nuestro Editor, lanzando al aire miles de tipos (esto ya es ahora muy diferente a partir de la aparición de la computadora) estos al caer formaran esta edición. Ciertamente esta posición de la aparición de la vida por azar ya no es defendida por casi nadie, pero así como no es posible la formación de una edición de obra alguna por azar, tampoco es posible que la vida halla surgido por azar. Siguiendo la ley de las probabilidades para que una pequeña proteína funcional se hubiera formado al Azar la probabilidad sería de una en un millón de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones de millones. Esto es un uno seguido de ciento veintiséis ceros.

Segunda Opción: La vida es el resultado de la selección natural.
Más o menos esta opción sería algo así: La selección natural requiere que un organismo se pueda reproducir a sí mismo para que funcione. Los organismos se reproducen, sus descendientes tienen variaciones; los que están mejor adaptados a su ambiente sobreviven mejor así que esas adaptaciones son preservadas y pasadas a la siguiente generación. Hoy día esto es un poquito difícil porque un organismo no se puede reproducir si no tiene completa la cauda de información que proporciona el ya famoso ADN, pero este problema no lo es tanto porque dicen los partidarios de la selección natural que la reproducción empezó de manera más simple, y luego la selección entró en acción. Dicen que existen virus que no dependen del ADN para su reproducción sino del ARN, que es un material genético más simple. Que la vida empezó así, primero lo más simple y después la selección natural, esto sin embargo no es tan fácil, citaré textualmente a Lee Strobel autor de El Caso del Creador, Editorial Vida, Pag. 291 “La molécula de ARN necesitaría información para funcionar así como el ADN por lo que estamos de vuelta al problema acerca de dónde salió la información. Además para que se reproduzca una sola cadena de ARN se requiere que haya otra molécula de ARN a su alrededor para que exista una probabilidad razonable de tener dos moléculas idénticas de ARN, del largo apropiado se requeriría una biblioteca de diez mil millones de mil millones de mil millones de mil millones de mil millones de mil millones de moléculas de ARN; y eso deja fuera en su totalidad cualquier posibilidad de un origen aleatorio de un sistema de reproducción primitivo”.

Dejaremos la última Opción, la llamada Afinidad Química y Autoordenación, para otra colaboración.

Aarón Cortés Hernández es Pastor en la Iglesia
Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.gob

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