Opinión

Presidente colapsado

Ayotzinapa es la “Piedra punto de quiebre” del Gobierno de Enrique Peña Nieto. Más de 10 millones de mexicanos lo eligieron Presidente de México. Es un antes y un después. Su Presidencia arrancó bajo el signo del éxito. El joven sorprendió de arranque con el Pacto Por México. A los dos años por circunstancias y una campaña intencional de desprestigio, con muchas marchas callejeras, con miles de personas pidiendo la renuncia. Al extremo de plantear un derrocamiento. El consenso de los analistas es apocalíptico. No sustentan, pero niegan un mejor futuro.

El joven mandatario hizo realidad las reformas estructurales constitucionales. Sacudió un sistema anquilosado de estatismo cardenista. Del cual hicieron un botín de izquierda. Sacudió a un México rezagado. La modernización y la globalización tocaron la puerta. Y se abrió. Venía la derrama de beneficios por las reformas. Pero globalización es relación y es dependencia. La economía estadunidense no levantó. El petróleo, eje de las reformas, se desplomó el precio y se convirtió en otro infortunio. Muy de la globalización. Los árabes lo desplomaron a menos de 40 dólares por barril. El infortunio también es para Brasil, Venezuela o Argentina, con todo y su alineación de izquierda.

En materia de seguridad pública el Gobierno de Peña Nieto rescata y restaura la vida social de Michoacán. La instalación de un comisionado, con Alfredo Castillo al frente, es de éxito, se reinstala el Estado de Derecho. Hay otras entidades bajo el control del crimen organizado. Poblaciones que viven con violencia; se matan por un mal gesto. Tamaulipas, Coahuila, Veracruz. Y otros estados. Guerrero fue el modelo de la delincuencia política. El gobierno fue tomado por el crimen organizado. Con el perredismo. La mafia dentro del gobierno, más de 40 municipios guerrerenses con autodefensas en autogobiernos. Nidos de rufianes, controlados por los alcaldes como José Luis Abarca, en Iguala. Fue el modelo de la corrupción y del crimen. Y los maestros anarquistas no quieren elecciones, quieren vivir bajo la impunidad.

Secuestraron, con sus policías, a los 43 normalistas. Los entregaron a las bandas del crimen. Y fueron sacrificados el 26 de septiembre. Hay detenidos y confesos de como los asesinaron y quemaron hasta calcinarlos. Oficialmente, están desaparecidos.

Ayotzinapa partió en pedazos el triunfal paso del Presidente. El abominable crimen se lo han cargado a Peña Nieto. Hoy los padres, con abogados, con asesores políticos, encabezan marchas masivas, con miles de gente piden la renuncia del Presidente de la República. Suman miles las voces de oposición, pero fueron millones de mexicanos que lo eligieron. Es el Presidente por vía de la democracia. Pero la gritería de oposición es de buscar la caída. A gritos vociferan el derrocamiento. Un periodista, serio y visionario, Sergio Sarmiento, en su noticiero de radio, el miércoles 31, usó la frase del derrocamiento y de “golpe de estado”. El río suena; agua lleva.

Qué ofrecen los padres de los normalistas. Violencia. Exigen suspender elecciones, así favorecen a los del crimen organizado. Se alinean a la movilización violenta de los maestros subversivos de Guerrero, Oaxaca y Michoacán. Movilizaciones de miles de ciudadanos, pueden ser 100 mil, ante más de 10 millones de mexicanos que eligieron a Enrique Peña Nieto, Presidente de México. ¿2015 será el año de redefinición? El mandatario retomó el discurso de la economía familiar.

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