Opinión

Paz, poeta de la soledad

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“Insiste, vencedora/ porque tan sólo existo porque existes, / y mi boca y mi lengua se formaron / para decir tan sólo tu existencia”: así poetizó Octavio Paz, escritor mexicano, quien a cien años de su natalicio, sigue vivo en la cultura.

El célebre escritor, ensayista, en sí, un alma enamorada de la poesía, cumple este 31 de marzo de 2014, un siglo de nacido y un aniversario más de seguir engalanando la cultura y la literatura mexicana y mundial.

Entre armas, gritos de guerra, promesas de libertad y en medio de un México golpeado por la revolución, el 31 de marzo de 1914 en el Distrito Federal, nace Octavio Paz Lozano.

Proveniente de una familia del poblado de Mixcoac, ubicado en las orillas de la Ciudad del valle de México, pasó sus primeros años junto a su madre Josefina Lozano, su tía Amalia Paz y su abuelo, el novelista Ireneo Paz, en una modesta casa donde nunca faltaron los libros y las historias.

Sus iniciales pasos educativos los vivió en Estados Unidos, país en el cual estuvo cuatro años. Después, en 1920 regresó a México en donde continuó su vida académica en el Colegio Williams y en el Colegio Francés Morelos.

Finalizó su trayectoria académica en las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras (FFyL), ambas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En 1936, en la Colonia de Santa Marta Acatitla, muere su padre Octavio Paz Solórzano, y un año después, el joven de 23 años viaja a España durante la guerra civil para cooperar en el Congreso Antifascista, donde simpatiza con las ideas republicanas y liberales.

Al regresar de España, en 1938, participa para fundar en México la revista literaria Taller. Posteriormente, en 1943, promovido por medio de una beca, entra a estudiar a la Universidad Berkeley en California, Estados Unidos (EU).

De 1945 a 1951 colaboró como diplomático en Francia, donde escribió en la revista Esprit y conoció al escritor Georges Bataille y al surrealista André Breton, entre otras personalidades del círculo intelectual y literario del siglo XX.

Como Breton y Bataille causaron cierta inspiración en los pensamientos y las obras escritas de Octavio Paz, en 1950 publica El laberinto de la soledad, un ensayo donde expresaba parte de la ideología de la cultura y la sociedad mexicana.

Su carrera política continuó en las embajadas mexicanas de India y Japón durante 1952 y 1953. De vuelta a la Ciudad de México, laboró en la Secretaría de Asuntos Exteriores, particularmente en la oficina de Organismos Internacionales.

También participó en la Revista Mexicana de Literatura, El Corno Emplumado y el festival Poesía en voz alta. Con el tiempo, en 1962 sería embajador en India, puesto que dejaría como protesta en contra de la masacre estudiantil de 1968 en México.

En 1971, Octavio Paz fundó la revista Plural, un espacio donde la poesía, la literatura y la política se relacionaban para dar oportunidad a la influencia liberal y la crítica. De la misma manera, en 1976 contribuye en Vuelta, otro medio hecho con fines parecidos.

A partir de 1968, Paz se separa de la izquierda latinoamericana y el 19 de abril de 1998 fallece en la Casa de Alvarado ubicada en la delegación Coyoacán de la Ciudad de México.

Octavio Paz fue galardonado con los premios: Literatura en lengua castellana Miguel de Cervantes, el Príncipe de Asturias, el Premio Ollin Yoliztli, Premio Nacional de Periodismo en México, el Premio Nobel de Literatura de 1990, entre otros.

Por estas razones, muchos han sido los laureles y rememoraciones que se han realizado a Octavio Paz. A cien años de su natalicio, su pensamiento, sus ensayos y poemas siguen vigentes y en la memoria de la literatura mexicana.

La iniciación poética de Octavio Paz estuvo a cargo de escritores del romanticismo español como el Duque de Rivas, José Zorrilla, Gustavo Adolfo Bécquer, y otros poetas de la modernidad mexicana.

Su enamoramiento hacia la poesía comenzó por la proximidad literaria con estos autores y la “ambición de decir algo que no sabía cómo decir” como llegó a señalar. A través de estas características, Paz desarrolló un espacio para desenvolver su idealismo y su vida.

Sus ensayos, poesías, obras literarias e ideas serían grandes referentes de la literatura mexicana y del pensamiento mundial del siglo XX. En estos trabajos plasmó la ideología, los sueños, miedos y el color del pueblo mexicano y en algunos casos, la imagen de la Ciudad de México.

En particular, grandes pensamientos íntimos tatuó en sus obras poéticas, como la esencia del mexicano, la muerte, la familia, el sexo, el amor, el erotismo, y la misma idea que él tenía sobre los poetas y la poesía.

“Abolida la distancia entre el hombre y la cosa, nombrar es crear, e imaginar, nacer”, así escribe Octavio Paz en Un poeta de Águila o sol.

Luis Fonseca Lazcano, doctor por la FFyL y profesor de Literatura y Sociedad en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, describe los escritos poéticos de Paz como “una complejidad esclarecedora que debe leerse como parte de la vida mexicana”.

También añade Fonseca Lazcano que “la obra de Octavio Paz es muy rica y no se debe retomar sólo por la celebración de su aniversario. Siempre debe leerse como un clásico mexicano porque otorga una riqueza cultural y sigue siendo actual”.

La obra y vida de Octavio Paz es para muchos polémica, sin embrago, su legado es todo un trabajo sugerente y expresivo que le da sentido a las palabras y a toda una época donde él no aceptó que los escritores e intelectuales se sometieran a un partido político o a la iglesia.

Octavio Paz fue y es el escritor que debe soportar la soledad, el que debe saber condenarse como marginal porque su boca y su lengua se formaron “para decir tan sólo tu existencia”, la existencia de la poesía y la literatura.

Acerca de Carlos Ernesto Martinez

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