Opinión

Legislativa ambiental

El jefe dice cómo y cuándo. Faltaba más, para eso es el jefe. Don Fernando Gómez Mont al fin deja la casona de Bucareli. Ante la falta de respeto de que fue objeto, debió haber salido antes. Pero quien manda determinó la fecha.

Pasadas las elecciones del 2010, “comicios electorales” dijo el huésped de Los Pinos, vaya redundancia, en el mensaje en el cual anunció los cambios en su gabinete y dio posesión a los nuevos titulares de las secretarías de Gobernación y de Economía, y al jefe de la Oficina de la Presidencia (¿nuevo?), llegó el momento de ajuste del gabinete presidencial.

El proceso electoral, aún pendiente de cumplirse en algunas entidades debido a impugnaciones, dejó más damnificados que los esperados. Lo del licenciado Gómez Mont, abogado exitoso sin duda alguna y renunciante con oportunidad al Partido Acción Nacional, estaba anunciado. Como que no tenía más qué hacer en un ambiente francamente descompuesto.

Don Fernando tuvo que dar la cara ante dislates, en ocasiones graves, de correligionarios, compañeros de tarea, y aún del titular del Poder Ejecutivo.

Mal lo habían hecho quedar en el asunto del acuerdo entre partidos por el cual no habría alianzas en el Estado de México, “alianzas contra natura”, diría el senador Manlio Fabio Beltrones, para enfrentar el proceso electoral del 2011. Toda una comedia de enredos en la cual uno de los protagonistas estelares, y cliente de “revistas del corazón”, César Nava (por cierto, según medios, su romance con la estrella televisiva Patylú ya terminó), negaba insistentemente que hubiera habido semejante acuerdo.

Ocurrió en aquello de los jóvenes victimados por el crimen organizado en Villas de Salvácar, en Ciudad Juárez. El pretendido “jefe de las instituciones nacionales” (presidente espurio, AMLO afirma) desde Japón, había dicho que se trataba de un enfrentamiento entre pandillas. Quien primero apareció en el escenario doloroso fue el titular de la Secretaría de Gobernación. Así le fue. Tuvo que enfrentar la indignación de las familias agraviadas y de la comunidad juarense, antes y a la llegada del presidente. Siguiendo instrucciones salió del recinto en donde se celebraba una reunión entre Felipe Calderón y miembros de la sociedad local, a calmar la ira de quienes no habían entrado al recinto.

Otras víctimas vinculadas a los hechos políticos fueron Patricia Flores y Gerardo Ruiz Mateos. Digo vinculadas porque el poder político es parte de una superestructura, compleja, que funciona a base de sistemas. Es una maquinaria compuesta de engranes, permítase la comparación, que puede dejar de funcionar si alguno de ellos se daña.

Dañadas están las expectativas de recuperación de la capacidad plena de un gobierno severamente cuestionado por el partido político que hoy es su aliado. Ayer fue su adversario, mañana acaso sea su enemigo.

Dañadas porque a pesar de cuanto se diga, no se puede presumir triunfo en una contienda (¿guerra?) en la cual, con los costos que ello implica, el propio Presidente de la República “A partir de febrero de 2010… se volvió el jefe de la campaña del PAN. Ganar elecciones se convirtió en la prioridad de su administración…”*

Triunfo, dicen los hoy aliados por sus logros en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. ¿No será que se trata de una “victoria” pírrica? Pronto lo veremos. r

*Carlos Loret de Mola, El Universal, 13 de julio de 2010

Acerca de Ulises Villalba

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