Opinión

Legislativa ambiental

Difícilmente se puede llegar a acuerdos con los adversarios, cuando se presume ser poseedor de la verdad. Absoluta, verdad absoluta, aquella que no admite discusión. Tal es la actitud del Presidente Felipe Calderón y su partido, en la promoción de su iniciativa llamada de reforma política.

Sobre todo cuando a los de enfrente, se les acusa de ser poco o nada receptivos a lo que se pretende es un proceso de ciudadanización (perdón por el neologismo) encabezado por el titular del Ejecutivo federal, su partido y sus legisladores, los de ambas Cámaras.

Me parece que la propuesta de iniciativa popular y de candidatos independientes a cargos de elección popular, es un recurso bastante discutible por no llamarlo francamente tramposo. Las iniciativas “preferentes” del Presidente de la República tienen lo suyo. Y la elevación del 2 al 4 por ciento de la votación a favor de los partidos, en procesos electorales, para conservar el registro, por supuesto que no va a pasar, faltaba más. Como que los partidos de más baja votación como Convergencia, PT y aún Nueva Alianza, difícilmente la habrían librado en la elección del 2009 y quién sabe cómo les vaya en el futuro.

¿Iniciativa popular? Difícilmente se les podría instrumentar. Habría que ver cuántos ciudadanos se requerirían para construirlas y proponerlas. De hecho, en las formas actuales, grupos de interés hacen sus promociones a través de legisladores que las asumen y las presentan como propias. Sin embargo, la iniciativa es el principio del proceso legislativo que, en el mejor de los casos, concluirá con su promulgación.

¿Candidatos independientes? Lo mismo: ¿cuáles serían los requisitos para incorporarlos como tales a las contiendas electorales? ¿De verdad serían independientes? ¿De dónde procederían los recursos necesarios para costear sus campañas? ¿Tendrían las características personales para tener posibilidades de triunfo? ¿Contarían con los equipos de profesionales o profesionalizados para acompañarlos en las contiendas? Recordemos que Andrés Manuel López Obrador ubicó entre las causas de su derrota no aceptada, la insuficiencia de representantes de casilla en la elección del 2006. Derrota no aceptada y según conspicuos analistas inmersa en dudas suficientemente acreditadas, léase al respecto el ensayo escrito por José Antonio Crespo.

Más es lo que debe analizarse, discutirse, en torno a la iniciativa que el Presidente Felipe Calderón presentó al Senado el 15 de diciembre pasado. Bien por la celebración del foro relativo convocado por este cuerpo legislativo, que es el de ingreso de la iniciativa. Al final de los trabajos respectivos, será sometido a las comisiones involucradas y, transformada en minuta, pasará a la Cámara de Diputados, que en este caso será la revisora.

La iniciativa presidencial será modificada y modificada pasará a San Lázaro, donde también se le harán los ajustes que los legisladores encuentren pertinentes y, finalmente, será devuelta al Ejecutivo convertida en ley, para su promulgación.

El camino es aún largo y, dadas las circunstancias políticas del momento, difícilmente será concluido en el segundo periodo ordinario de sesiones del primer año de gestión de la LXI Legislatura. Creo que el asunto será resuelto en el periodo ordinario de sesiones del segundo año de esta legislatura, que comenzará el día 1 de septiembre.

Confiemos en que finalmente se construirá una reforma acorde a los intereses superiores de la nación. Sin embargo, insisto, la actitud rijosa de alguno o algunos de los protagonistas se convertirá en escollo que la buena disposición de quienes esgrimen la razón como recurso, tendrá que superar.

Acerca de Ulises Villalba

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