Opinión

Legislativa ambiental

Hace algunos años, a Jorge “Coque” Muñiz, le dieron la encomienda de interpretar el Himno Nacional en un evento público. No se lo sabía. Tiempo después le ocurrió lo mismo a Julio Preciado, cantante de banda, en la inauguración de la Serie del Caribe de béisbol. Cambió palabras y tono de uno de nuestros símbolos patrios por lo que se llevó la grita de los aficionados: “¡sáquenlo!, ¡no se lo sabe! ¡fuera, fuera!.”
Acaso eso hubiera sido la aspiración del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, en ocasión de su comparecencia en la Cámara de Diputados, para explicar la propuesta del Ejecutivo federal, de ley de ingresos.
Y le hubieran reclamado que se fuera cuando mostró que desconocía el procedimiento para rendir protesta, ante el pleno, de responder con la verdad, con verdad, a los requerimientos de información de los legisladores en las cuestiones que se le plantearan.
No le fue bien al titular de la Secretaría a cargo de las finanzas públicas. De la recaudación y del ejercicio de los recursos de todos a través de las dependencias a cargo de la administración pública federal; de la operación de los programas bajo su responsabilidad.
No le fue bien en San Lázaro como tampoco le fue bien al lanzar la primera bola en el Foro Sol, en ocasión de un juego del pasado campeonato mundial de béisbol entre Australia y México. Acaso se recuerde, Carstens “fue recibido por una tremenda silbatina y un gran abucheo cuando salió al campo de juego acompañado por el titular de la CONADE…” Para mayor pena, ante la presión de los aficionados, su lanzamiento fue tan malo que la pelota no al “jom pleit”.
Los grupos parlamentarios de los partidos advirtieron al titular de las finanzas públicas que no aprobarán nuevos impuestos. Tampoco recortes en salud, educación y, faltaba más, participaciones a estados y municipios.
PRI, PRD, PT, Convergencia y Nueva Alianza reprobaron la propuesta presentada por el gobierno federal. Es “regresiva”.
Jesús Alberto Cano Vélez, priísta, abordó, entre otros, el tema de la aplicación de un impuesto de 2% al consumo general para combatir la pobreza. “Funciona como IVA, grava como IVA y lastima como IVA, es un albazo impositivo”.
Sí. Tiene razón el legislador sonorense. Sin duda es un impuesto general, generalizado, una de las formas menos complejas para la captación fiscal. Si bien en ocasiones se complica por el ejercicio de prácticas favorables a grandes contribuyentes quienes obtienen devoluciones discutidas, discutibles, pero inmersas en el marco de la ley.
Una de las acciones que no ha podido hacer la autoridad hacendaria es aumentar la base de contribuyentes y ejerce su poder, de manera preferente, sobre los causantes cautivos. Ubicados en una clase, con tendencia a mimetizarse entre las de menor capacidad adquisitiva hasta una reducción que apunta a mayor, cada vez más.
Las llamadas clases medias están sometidas a circunstancias propiciadas por un régimen, o regímenes (responsabilidades compartidas por partidos de distinto signo) con aspiraciones “gerenciales” que no entiende que una cosa es el servicio público y otra la rentabilidad de los negocios particulares. Aspiraciones “gerenciales” desde la perspectiva de quienes se formaron para cualquier cosa, menos para ejercer con cabalidad las funciones de gobierno.

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