Opinión

Enfermedad perredista

LO QUE PASÓ en Iztapalapa con el problema entre el popular “Juanito”, Rafael Acosta Angeles, y Clara Brugada, nos recuerda un viejo refrán que se repetía entre las personas mayores, refiriéndose a los abusivos que pretenden tener la razón de todo lo que dicen y hacen. Ese refrán es: “Para enfermedad, la mía; mi compadre se hace tonto”, o sea, que lo que dice y hace la perredista Clara Brugada está bien; lo que hizo para defenderse “Juanito”, no vale.
RESULTA QUE las diputadas locales, naturalmente del PRD, Aleida Alavez y Karen Quiroga fueron las encargadas de presentar el procedimiento para que la Asamblea Legislativa del DF ordene la destitución formal de “Juanito” como delegado en Iztapalapa.
EN EL VOLUMINOSO expediente que contiene las bases del procedimiento (acusación formal), se encuentra un documento en el que se establece que en la citada delegación hay ingobernabilidad (apreciación hecha por los acusadores días después del 27 del mes pasado cuando Rafael Acosta regresó como delegado, luego de una licencia obligada).
TAL INGOBERNABILIDAD se basa, entre otras cosas, según explican los perredistas, incluyendo a la propia Clara Brugada, en que “Juanito” suspendió la entrega de 5 mil “apoyos” económicos a adultos mayores, prestación social que hace la delegación, además que, según afirma Clara, el delegado Acosta Angeles “obliga a sus funcionarios a afiliarse al PAN”, lo que considera una irregularidad muy grave, casi un delito, por lo que hay que juzgar y sentenciar a “Juanito” al paredón.
PARA NO TRATAR de repetir a nuestros amables lectores toda la sarta de “irregularidades”, así llaman los perredistas a lo que hace el delegado (formal y legalmente electo el pasado 5 de julio), aquí es donde entra el refrán, pues ellos, los perredistas, acostumbran obligar, no sólo a sus funcionarios a afiliarse al PRD, sino a todos los ciudadanos que acuden a las oficinas de las delegaciones manejadas por gente perredista y también se dan el lujo de negar la entrega de “apoyos económicos para adultos mayores”, como ocurre en la delegación Gustavo A. Madero.
AHI VA LA PRIMERA: En la delegación Cuauhtémoc, cuando el ahora diputado José Luis Muñoz Soria era delegado, exigía a los ciudadanos que acudían a la demarcación para tratar de resolver algún problema, primero se les enviaba a afiliarse al PRD a una mesa de trámites, instalada en un local ubicado en Avenida de los Maestros y San Cosme, si no se volvían perredistas, el asunto no se resolvía, como le ocurrió al propietario de un restaurante ubicado en la calle de Santa María la Ribera número 101, asunto que, finalmente, no atendieron los funcionarios perredistas de la Cuauhtémoc y que cerró, definitivamente, dejando sin trabajo a más de 20 personas.
EL OTRO CASO fue denunciado en la Cámara de Diputados por el legislador Roberto Rebollo, de VI Distrito Electoral del DF, quien afirmó que el delegado Víctor Hugo Lobo, de la GAM, negaba la entrega del apoyo del programa de ayuda alimentaria a las personas de más de 60 años de edad.
ESTE PROGRAMA de apoyo económico es de 200 pesos bimestrales, pero el delegado perredista se niega a entregarlo a la población que lo necesita.
DE MANERA QUE, para el caso de “Juanito”, quien renunció el jueves pasado, sin que se haya probado que obligaba a sus funcionarios a afiliarse al PAN y tampoco se demostró que no se entregaron los apoyos a los adultos mayores de Iztapalapa, ahí sí se debe aplicar todo el rigor de la ley; en los otros, no, porque, sencillamente, como dice el refrán: “Para enfermedad, la mía; mi compadre se hace tonto”.

Acerca de Héctor Rivera Trujillo

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