Opinión

En la línea

Germán Martínez  equivocó su vocación. Por su estilo agresivo pudo ser gladiador o boxeador, menos político. La política es ciencia, es sensibilidad, es el trato de buenos modales y concertación. A través de ella es factible conducir masas humanas y naciones.
Ni esas ni otras cualidades esenciales en el trato social distinguen al frustrado y todavía presidente del Partido Acción Nacional. Cuando fue diputado se dedicó a insultar y menospreciar a sus adversarios, siguiendo los pasos de su congénere Juan Francisco Molinar Horcasitas, quien otorgó miles de subrogaciones de guarderías en el IMSS.
Con seguridad, el Presidente Felipe Calderón decidió el nombramiento de Martínez al frente del PAN, lo cual hacían también mandatarios priístas, sin  que todo mundo se diera cuenta.
Desde Palacio Nacional, no de Los Pinos, los presidentes del tricolor daban instrucciones de cuanto debía hacerse en el PRI. Igual sucedía con los sacerdotes católicos, quienes no se exhibían en oficinas públicas.
En cuanto asumió el mando del PAN, Martínez se ensoberbeció y ni con sus compañeros de partido tuvo consideraciones. Luego de recibir el encargo de relevar a Santiago Creel en la coordinación panista del Senado, recurrió a su arrogancia, ignoró a varios legisladores y se comportó grosero con quien fue competidor de Felipe Calderón para la Presidencia de la República. Presumió sus facultades para hacer ese cambio.
El prácticamente renunciado líder del PAN afirmó en una de sus giras que “guanajuatizaría” a la República. Fue un arranque de derechización con la idea de atraer a la corriente de los “yunques”.
Eso quedó en otra hablada más porque después intentó saludarlo su antecesor, Manuel Espino, a quien hizo hacer antesala cerca de tres horas y no lo recibió. Espino destaca en la lista de “yunques”.
El presidente municipal de Atizapán, Gonzalo Alarcón, fue nominado para diputado en el distrito de Villa del Carbón, Estado de México y como allí nadie lo conoce se lo quiso decir a Germán, y lo mismo. Tras una espera de dos horas y media no lo recibió.
Martínez paseó esa actitud por el país, siempre con el insulto a flor de labios. Insultó en Nuevo León al gobernador González Parás y se puso a bailotear en actitud de chunga. Así destrozó la candidatura al panista Fernando Elizondo, quien lo ha de maldecir.
Con razón claman algunos miembros del PRI porque Germán siga en la dirigencia del PAN hasta el 2012 y, de ser posible, que llegue al 2020.
Sarcasmos aparte ¿con quién va a sustituir Calderón a su gran perdedor?

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