Opinión

El futurismo presidencial del PAN

El PAN se prepara para una nueva derrota política. No importa lo que suceda con la elección de César Nava. La realidad es que, suceda lo que suceda, Nava aparecerá como un líder muy menor y profundamente dañado. Y lo que es mucho más serio, el costo de la derrota correrá a cargo del propio Presidente Felipe Calderón. El ejecutivo federal había logrado imponer, hace algo más de dos años, al frente del PAN a un Germán Martínez provocador y carente de otro proyecto que no fuera es de la confrontación abierta. Pero lo había hecho justo en el momento en que los panistas entendían las necesidades de Los Pinos ante la batalla que se había generado con el grupo que tenía a Manuel Espino como punta de lanza, pero que en realidad cubría los intereses de Vicente Fox y panistas que le habían acompañado en la aventura sexenal pasada.
Pero ahora, las cosas son diferentes. Calderón pudo sin mayor problema, entregar la cabeza de Martínez ante la opinión pública en un acto que parecía ser una señal política que ponía en claro que estaba dispuesto a los acuerdos después de la dura derrota electoral sufrida por su partido hace un mes. Pero Calderón parece no haber entendido las señales de esas elecciones. Y buscó imponer un nuevo dirigente. Y dentro de la línea seguida desde que asumió el poder, buscó entre sus cercanos para la designación. Y César Nava fue el seleccionado. Y los panistas mostraron su inconformidad. No se trata tan sólo de los cuestionamientos que acompañan a Nava por su pasado en PEMEX. Se trata de que Calderón no tomó en cuenta a los panistas. Les demandó sumisión absoluta y obediencia ciega. Y la respuesta fue un rechazo a su proyecto. Calderón ha cabildeado para que los consejeros panistas den su apoyo a Nava. Y nadie apuesta con seriedad a una sorpresa. Pero ello no significa que Calderón vaya a salir bien librado del caso. Calderón no pudo sacar adelante a Nava sin recibir el golpeteo de sus propios compañeros de partido. Y ahora para sostenerlo, tendrá que imponerse sobre el panismo. Y ello, se quiera aceptar o no, significará un fuerte costo político…
Por lo pronto, las señales son muy claras. En el panismo no se tiene mayor impacto de parte de los funcionarios del gobierno. Y los cuadros mejor posicionados en lo que es la batalla por el 2012, que en PAN se ha adelantado sobremanera, parecen mostrar una cara nueva de la derrota de Calderón. Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota y Manuel Espino son los blanquiazules mejor posiciones ante la opinión pública. Eduardo Cordero, de SEDESO, no existe en el ánimo popular. Y Francisco Lujambio, de la SEP, apenas se levanta en cuestiones de imagen. Así, Felipe Calderón puede imponer a un nuevo líder en su partido. Lo que parece más complicado es que pueda con ello, tener a los panistas totalmente de su lado… Pero los panistas no son los únicos en problemas. El perredismo apenas pudo sobrevivir a su cumbre en Michoacán. Los juegos malabares que la dirigencia perredistas, con Jesús Ortega tuvo que realizar, no parecen su suficientes para alcanzar la “refundación” de la que con tanto afán se habla. Para nadie es un secreto que Andrés López con su victoria en Iztapalapa, mostró que la clientela de base dentro del PRD es totalmente suya. Así, o le entregan las decisiones del partido y con ello la candidatura presidencial para el 2012, o arruinará al partido del sol azteca con un solo movimiento de su “dedito”. No debe perderse de vista que, pase lo que pase, López tiene ya dos partidos bajo su control. Y que en poco tiempo podría ser el único candidato con tres partidos a su disposición. Para los que piensan que Marcelo Ebrard puede en realidad ser un rival para el tabasqueño, bastaría con que pusieran un poco de atención en torno al monstruoso gasto de publicidad que realiza el jefe del gobierno capitalino en las televisoras. Incluso muchos piensan que es superior al que realiza Enrique Peña. Y a pesar de ello, las encuestas no colocan al titular del gobierno del Distrito Federal en calidad de contrincante de cuidado para nadie y menos para Andrés López… Beatriz Paredes decidió llevar hasta lo último su decisión en torno a si dejará el liderazgo del PRI para encabezar a los nuevos diputados de su partido o si por el contrario permanece en su cargo actual. Pero en la práctica, el juego de la señora Paredes a nadie sorprende. Dueña de una voracidad política impresionante, este juego es apenas “lo normal” en ella. La realidad dice que si marcha a la Cámara de Diputados. El riesgo de su colaboracionismo con el gobierno es enorme. Pero si se queda en el PRI el riesgo es no tener margen suficiente como para poder aspirar a la candidatura presidencial que es en realidad, lo que ella busca.

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