Opinión

Dudas de justicia

Al gobernador del Estado de México supone que las encuestas arrojan un capital político suficiente como para salir airoso ante cualquier problema realmente serio. Así, no hace mucho enfrentó el reto del acuerdo con el PAN y el gobierno federal para respaldar el aumento de impuestos a todos los mexicanos, a cambio de los favores electorales para el PRI en su entidad en los comicios del año próximo. En esta operación, Peña Nieto contó con la colaboración de Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI y real conductora de la mayoría tricolor en la Cámara de Diputados. Y la apuesta parecía haber resultado como se había calculado. La imagen del mandatario mexiquense en las encuestas poco se movió. Con la misma estrategia y bajo el supuesto de que los mexicanos son realmente tontos, se hizo frente al problema político en que se convirtió la muerte de la niña Paulette Gebara. El escándalo se convirtió en todo un problema para el gobernador Peña Nieto. El procurador del estado. Alberto Bazbaz fue incapaz de conducir de manera adecuada el reto. Y fue captado cuando sin rubor alguno, hablaba en lugares públicos, de “asesinato”, de “todos mienten”, y “no me tentaré el corazón” para aclarar el caso, “caiga quien caiga”. Pero el final fue todo lo contrario. En un fallo que en un abierto insulto a la inteligencia de todos los mexicanos, se decretó que el fallecimiento de la pequeña fue “un accidente”. Y el ridículo se quiso esconder bajo la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, de la cercanía del mundial de fútbol y de la creciente ola de violencia que sacude al país. Pero esta vez, el grupo del Estado de México parece haber querido ir muy lejos. Nadie da por cierta la versión del accidente. Y Enrique Peña Nieto enfrenta un deterioro político acelerado y progresivo. Después de todo, sus lecciones en el terreno de la democracia se reducen al intercambio de impuestos para los mexicanos y apoyos electorales poco claros en su favor y en el terreno de la justicia, el llamado caso Paulette deja en claro que la mentira, la manipulación y la opacidad son elementos centrales de su oferta política para el 2012… Ante esta situación, el Presidente Felipe Calderón no perdió la oportunidad de lanzarse en contra del gobernados mexiquense y sin mencionarlo, habló de la corrupción que prevalece en el aparato de justicia en el país, lo que convierte a las instituciones en parte de un mercado sujeto al “mejor postor”. Y en realidad, poco puede discutirse de la realidad de la afirmación, especialmente después de lo visto en el Estado de México. Pero el problema es en realidad muy serio. Si esta es la realidad de nuestra justicia, ¿cuándo fue que se enteró de ello el presidente de la República? Y si hay una corrupción tal que convierte a la justicia en una mercancía sujeta al “mejor postor” ¿a cuántos jueces y demás autoridades se tiene identificadas como corruptas y a partir de cuándo se iniciarán las denuncias respectivas? La verdad es que dentro de la campaña en la que el primer mandatario se encuentra involucrado con la idea de apoyar a su partido en las elecciones de julio próximo, se pierde de vista el problema de fondo en el accionar del gobierno. ¿Es posible y aceptable que el presidente hable de corrupción que impide la adecuada impartición de justicia y todo quede en un discurso? ¿No el presidente contó sus primeros tres años con la mayoría en el Congreso como para hacer frente a este y otros muchos problemas nacionales? ¿Se puede hablar de un problema semejante y no presentar responsables para que la ley se aplique? ¿A casi diez años de que el PAN tomó el poder federal, es válido hablar de corrupción como si todo se hubiera iniciado ayer? El presidente habló de un problema real que en el Estado de México mostró su rostro en toda su magnitud. Pero al tratar de sacar ventajas políticas, Felipe Calderón lo que ha hecho es poner en el filo de la navaja a su propia administración… Y para colmo, los familiares de Diego Fernández de Cevallos demandaron el retiro de todo el aparato federal en el caso de la desaparición del panista, con lo que el desprecio por las autoridades de justicia alcanzó un nivel bastante claro, pero no por ello alentador. En unas horas, la justicia en México, con realidades, fallos, discursos y acciones quedó en el sitio que realmente ocupa: en la incredulidad y desprecio absolutos.

Acerca de Norberto de Aquino

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