Opinión

Crisis creciente

Poco a poco, la suma de las diferentes crisis que enfrenta el país deja sentir su peso. Y el impacto no es menor. La batalla contra el narcotráfico no rinde los resultados que se ofrecieron. Y de nueva cuenta se tiene que hacer frente a las grandes interrogantes que nunca se respondieron: ¿es posible ganar una guerra sin preguntarnos cómo es que llegamos a la situación actual? ¿Es posible alcanzar la victoria con los mismos elementos que en la pasada administración no lograron contener la consolidación de los cárteles de la droga? ¿No se brinda impunidad a quienes fracasaron en la tarea de combatir al narcotráfico?

En el terreno económico, la crisis que se negó con afanes electorales, se deja sentir con toda su magnitud ahora. El alcance de la crisis económica puede llegar a niveles mucho más serios de lo que se quiere reconocer. Y la secuela de ello será políticamente muy grave. En este rubro, el tema del desempleo nos conduce a querer o no, a un nivel en el que, dígase lo que se diga desde el gobierno, la urgencia de un replanteamiento de la estrategia oficial parece obligado. Y finalmente, aparece lo que podría ser mucho más delicado que es la crisis política que se refleja cuando grupos panistas le disputan, o quieren hacerlo, las decisiones de gobierno al Presidente Felipe Calderón. Vicente Fox se lanza como punta de lanza en la ofensiva para alcanzar el control del PAN. Santiago Creel deja ver su posición como víctima del calderonismo y presenta sus facturas. Y los grupos afines al presidente tienen que responder con medidas de fuerza más que con argumentos.

En tanto en el PRD la batalla interna se mantiene. Los acuerdos para alcanzar la “armonía” interna no pasan de ser meros movimientos para posponer las grandes fracturas. Para todo mundo resulta obvio que Jesús Ortega no es más que un líder de papel a estas alturas. En el mejor de los casos, es un adorno del que todos los grupos pretenden deshacerse. Pero la batalla está cantada. Andrés López quiere alcanzar el control total. Los “Chuchos” quieren rescatar algo de lo perdido. Y Marcelo Ebrard busca con desesperación la fórmula que le permita sobrevivir políticamente a la crisis. Lo que está a la vista es el hecho de que, una vez que estalle la fractura, lo que está en duda no es quién ganará, sino quiénes podrán sobrevivir al colapso. Y esa interrogante, sin Ebrard podrá realizar los equilibrios que le permitan figurar como posible candidato o si deberá conformarse tan sólo, con ser, de nueva cuenta, el gran escudero de AMLO… La decisión del gobierno de Canadá para imponer la visita a los mexicanos es una señal muy clara de lo que nos sucede como nación en el exterior. No tenemos control de daños y por supuesto, carecemos de la fuerza política de antaño. Los canadienses no quieren migrantes mexicanos, por la simple y sencilla razón de que carecen del dinero de los asiáticos, por ejemplo. Pero el gobierno mexicano no tiene la fuerza como para responder a esas medidas. Y ello no es más que un aviso de que la crisis es muy profunda y puede todavía, encontrar formas para agudizarse.

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