Opinión

César: un partido, un Presidente y un país

Enrique Peña Nieto sorprendió. Como un grande. Al otro día de tomar posesión como Presidente de la República, al firmar el Pacto por México. Una alianza, no renuncia ideológica, de los tres partidos más importantes de México. Del PRI, el PAN y PRD. Elocuentes, democráticos y modernos. Se vieron los tres. No hay antecedente en México, en otros países, sí. En Alemania se ha dado del partido en el gobierno y de oposición. Así, Ángela Merkel es gobierno, por tres periodos. Y es la gran líder de Europa.

La voluntad de muchos, como los dirigentes nacionales de los partidos, fue vertebral para llegar al acuerdo. Ese pacto dio la pauta del mandatario que tiene el país. El político, el servidor público, de origen local, de apenas 40 años, muy joven, ante la gerontocracia del PRI más de 70 años, que sin inhibición buscó la postulación. Logró la postulación y ganó la elección. Ofreció y anunció reformas estructurales. Lo logró, Reforma Educativa, de Telecomunicaciones, Financiera, Energética, una cadena.

En la diferencia han florecido las coincidencias, el PAN y el PRD han impuesto acciones y políticas, acordes a su visión ideológica, derecha e izquierda. ¿y el PRI? Cumplió la política de muelle o de amortiguador. Pero no es ese el llamado. En el aniversario 85, Enrique Peña Nieto, fue pródigo con el PAN y el PRD al resaltar la trascendencia de formar el Pacto. El priismo recibió la declaración pública de militancia y orgullo de ser priista. Sin dudas, lo dijo el Presidente y demandó un partido comprometido con el pueblo. En su discurso César Camacho Quiroz lo bosquejó. El nivel de Peña Nieto exige un partido con proyecto democrático grande. La expectación de la sociedad existe. La respuesta es de César. El reto es enorme.

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