Opinión

Aterrorizar

Sí, en algunos lugares, acaso en el mundo, se vive con miedo intenso. Miedo extremo padecen quienes están en el área de influencia, o en la dominada, del Estado Islámico. No es que no exista semejante sufrimiento ante fenómenos similares originados por personas o grupos locales en cualquier parte del mundo. Los del pretendido califato han exhibido formas de crueldad superior en la ejecución de sus víctimas, muchas de ellas mujeres y niñas que repudian formas de matrimonio simulado.

Terror sienten en México quienes sufren los embates del crimen organizado. Las víctima de llamadas telefónicas por secuestro, real o virtual, de familiares; quienes se encuentran en la línea de fuego entre grupos antagónicos, o de delincuentes frente a fuerzas de seguridad; los que son requeridos de pago de “derecho de piso” por delincuentes; quienes viven el acoso de agencias de cobro por deudas en la madrugada, en la mañana, y en la madrugada (a propósito la repetición); los que sufren consecuencias de movimientos pretendidamente sociales cuyos dirigentes pasan sobre los derechos de los demás.

Estos casos y similares son causa de terror. Condición que no desaparece ante advertencias de abuso, improcedencia, de falsedad o de ofrecimiento de acciones preventivas, persecutorias y punibles por parte del gobierno. El miedo paraliza, limita y hasta cancela libertades. Más cuando se tienen experiencias fatales, cercanas o próximas. Medios y redes sociales nos llevan a escenarios antes desconocidos para el común de las personas.

Pero hoy, nos conmueve un homicidio más perpetrado por yihadistas. Las víctimas, según informe de la prensa, murieron quemados 31 iraquíes capturados cuando defendían su ciudad ante el ataque de fuerzas del Estado Islámico.

Antes fueron egipcios. Un jordano. Periodistas norteamericanos, daneses, ingleses, franceses (éstos, de la revista satírica Charlie Hebdo, víctimas de fundamentalistas islámicos). Un japonés. Sirios, recuérdese, el EI, por ahora, ocupa territorio de ese país del Medio Oriente y de Irak, más sus acciones no tienen frontera.

La respuesta de Occidente y de naciones árabes, y también de islámicas de credo sunita, ha sido bombardeo, desde el aire, de posiciones del EI. Desde arriba. En el combate en tierra no las tienen todas consigo.

Pero… ¿el ataque de los yihadistas contra quienes no son como ellos ni siguen sus reclamos se limitará al área geográfica que dominan? Dolorosos acontecimientos demuestran: el fundamentalismo, del signo que sea, aparece en cualquier parte de la geografía universal.

El fascismo y otras formas criminales también tienen expresiones propias. El atentado en la estación ferroviaria de Bolonia, Italia, 1980. La bomba en Edificio Federal de Oklahoma, Estados Unidos, 1995. El primer atentado contra el World Trade Center de Nueva York, 1993. Bomba en Boston, durante su maratón, 2013. Ataque con gas sarín en el Metro de Tokio, 1995. Atentado en el casino Royale de Monterrey, 2011. Destrucción de aviones en vuelo: 455 de Cubana, 1976; 103 de Pan Am, 1988; 203 de Avianca, 1989; MH370 de Malaysia Airlines, 2014.

Causas criminales de corte variopinto alcanzan un propósito: aterrorizar. Logran sus objetivos. Frente a esto el mundo civilizado debe responder unido. Y unida debe estar la nación mexicana, la de aquí y la de allende nuestras fronteras, para prever y prevenir escenarios de esa naturaleza. No cabe duda que es obligado fortalecer nuestras instituciones para enfrentar riesgos posibles. Las de la familia y la sociedad, y a partir de ellas las de gobierno (insisto, del sistema integrado por tres poderes y tres órdenes).

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