Notas

Vocación magisterial

Magister dixit (el maestro lo dijo) fue una máxima que, en el pasado, retrataba de cuerpo entero la labor magisterial. El maestro no sólo era el que enseñaba las primeras letras al alumno, sino quien lo conducía de la mano para enfrentar la vida cotidiana ante los diversos avatares con los que se iba a encontrar en su camino. Era un líder en las comunidades y tenía todo el respeto de la población, la cual lo veía como guía. Todavía lo es en la mayor parte del territorio nacional, pese a los conflictos que se registran en Oaxaca, Michoacán y algunas otras entidades del país. El mayor ejemplo de esa vocación lo que acaba de dar la maestra neoleonesa Martha Rivera Alanís, educadora del Jardín de Niños «Alfonso Reyes», de Monterrey, ubicado en el sector de La Estanzuela, uno de los más violentos de la capital regia, quien, con cánticos infantiles, hizo frente a una balacera que se suscitó en las cercanías del plantel educativo y puso a salvo, física y emocionalmente a sus 16 pequeños. «Gotas de lluvias» fue la rima que la maestra cantó con sus alumnos, mientras afuera detonaba el tableteo de las armas. Desde luego, ella recibió las felicitaciones y el aplauso generalizado de la comunidad y el gobierno estatal, pero, sobre todo, el reconocimiento de los padres y sus alumnos.

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