Notas

Resurge el Jefe Diego

La decisión no implica sólo el ajuste obligado en la Secretaría de Gobernación. Es un cambio de equipo y un estilo nuevo en el gobierno federal. Felipe Calderón ha puesto en la mesa el fracaso del equipo que le rodeo desde la campaña presidencial y busca, a partir de ahora, un acercamiento con el panismo doctrinario. Calderón recibió un duro golpe, muy duro, con la muerte de Juan Camilo Mouriño. Y el intento por convertirlo en el héroe nacional por excelencia es apenas parte de la estrategia sobre la que se trabajará para crear el nuevo rumbo oficial. Calderón ha decidido de esta manera, que todos los logros de su administración, cualesquiera que puedan ser, fueron logros de Mouriño. Y con ello, lo que hace es, simplemente, acabar con las presiones de todos sus amigos.
Desbarata de un solo golpe las figuras y coloca al nuevo grupo panista, encabezado por Diego Fernández de Cevallos, como punta de lanza para las decisiones políticas oficiales. Fernando Gómez Mont es el nuevo titular de Gobernación, pero todo mundo sabe que el encargado de hacer los acercamientos, acuerdos y negociaciones será Fernández de Cevallos. Con ello, todo el grupo que arribó al poder en diciembre del 2006 pierde la batalla y acaba en una posición realmente secundaria. Pero esto no es todo. El martes del avionazo, Calderón desató las especulaciones con su discurso. Parecía que el gobierno tenía en las manos las pruebas de un atentado. Para el jueves, en el Campo Marte, durante el homenaje a Mouriño y demás víctimas de la tragedia, Calderón se dedicó a mostrar una faceta muy peligrosa.
Mezclar ideas religiosas, como las derivadas del Sermón de la Montaña, conocido como «las bienaventuranzas», con la política no produce sino divisiones. Los buenos están con el gobierno y los que no, simplemente son los malos, después, el domingo, durante la reunión con los panistas, el Presidente Calderón lanzó calificativos bastante fuerte. Regañó a sus correligionarios. Y los consideró como mezquinos y envidiosos. Los llamó a combatir a los enemigos de México. Y no aclaró cómo puede llamar a los mezquinos a sumarse a la lucha, ni quiénes en realidad, son los «enemigos de México». Pero en la práctica, lo que Calderón hizo fue dejar en claro que el grupo de Vicente Fox es el de las envidias y las mezquindades. Se sabe que Mouriño había explicado los problemas que enfrentaban los hijos de la señora Sahagún. Y que esas explicaciones fueron consideradas no una gentileza, sino una amenaza. Así, los Fox habían lanzado serios cuestionamientos y ataques al gobierno. Como aquello de que la reforma energética había sido una «victoria pírrica». Debe recordarse que los Fox no suspendieron sus actividades y que, en tanto el gobierno se encontraba consternado por la muerte del señor Mouriño, la expareja presidencial realizaba actividades políticas con intenciones evidentes por demostrar su fuerza internacional. Los Fox no asistieron al Campo Marte, ni a la reunión de los panistas. Y fue evidente que, a pesar de muchas cosas, se encuentran «apestados» en relación para con el gobierno. La señora Sahagún se atrevió a decir que no viajaba al Distrito Federal por la simple y sencilla razón de que tenía un viaje en puerta y «tenía que hacer las maletas».
Calderón se ha distanciado del «Yunque». Y no pasará mucho tiempo antes de que se conozca la profundidad de sus decisiones sobre este asunto. Por lo pronto, está claro que la muerte de Mouriño abrió un frente de batalla interno en el PAN. Y que el círculo interior en Los Pinos ha sido relegado en las posiciones clave. Es obvio que Calderón ha decidido buscar el respaldo de su partido. Pero no por conducto de Germán Martínez. Y ello nos conduce a la interrogante sobre lo que sucederá en el partido blanquiazul. El fracaso de Martínez al frente del panismo es algo patético. Ha resultado no sólo incapaz de hilvanar un discurso político sólido para respaldar al gobierno y fortalecer al PAN, sino que ha llevado a Acción Nacional a una posición desastrosa en el terreno electoral. Es posible que Germán Martínez no deje la dirección panista. Pero es claro que las decisiones sobre el partido dejarán de tomarse en su escritorio. Y ello nos lleva a posiciones como las de los consejeros, entre los cuales se encuentran destacados aliados de Vicente Fox. Alguno de ellos, como Francisco Javier Salazar, que busca la candidatura del PAN en San Luis Potosí. Y otros como Carlos Abascal que pretendía posiciones de poder dentro del gobierno. Felipe Calderón ha cambiado no sólo de hombres en la Secretaría de Gobernación, sino de rumbo en todo su gobierno.

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