Notas

Plan anticrisis

 

Hagamos votos porque el plan anticrisis del Presidente Felipe Calderón funcione. Pero no basta con la voluntad y decisión del gobierno para resolver, de la mejor manera, el momento de supuesta coyuntura económica, y de otros órdenes, que padecemos. 

Digo supuesta porque, en la consideración de analistas expertos la situación es más bien es estructural. Los hechos parecen demostrarlo. Por lo pronto, es un problema de largo plazo.

Hace algunos días el secretario de Economía, perdón, no recuerdo cómo se llama, dijo que había que ver cómo se reflejaba el asunto en los bolsillos de la familia.

Qué bueno que él no tiene que comprobarlo en los hechos de la vida cotidiana. No lo imagino en el súper, en las gasolinerías (tiene vales, choferes y ayudantes a cargo de hacerlos efectivos). No tendrá problemas con llamadas de cobradores de bancos, que a cualquier hora del día o de la noche, le hablen para exigirle el pago de tarjetas de crédito. No, siquiera tendrá necesidad de comprar a crédito. Él no es de “los desheredados del reino de la tuna…” que dijera Carlos Fuentes en La región más transparente.

Si el secretario de Economía comprara tamales a la salida de una unidad habitacional del Fovissste, se enteraría, por la familia que los vende, que sus ventas han bajado a la mitad. Si tuviera que ir a una tienda departamental se enteraría que la clientela ha disminuido notablemente. Si tuviera que ir a una farmacia a comprar cualquier medicamento, sabría que los precios han aumentado más allá de lo que han crecido los sueldos y salarios.

Hace un par de meses tuve que adquirir un antihipertensivo, costó 95 pesos. El sábado pasado lo compre en 105, y ayer ya estaba en 118 pesos.

No basta que el Presidente decida un paquete de medidas para enfrentar el impacto de la crisis financiera y lo anuncie en mensaje, transmitido por radio y televisión. Entre otras considera recortes al Presupuesto 2009 y otorgar autonomía a Pemex para que el gobierno se libere de compromisos financieros de la paraestatal. En este caso, el Congreso deberá aprobar la desaparición de los llamados Proyectos de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (Pidiregas) para que Pemex reconozca como deuda estos programas. Le daría autonomía para realizar sus inversiones.

No basta la decisión del gobierno, es necesario que los demás actores, los protagonistas, asuman responsabilidades. Tradicionalmente sucede que “a río revuelto ganancia de pescadores” y quienes pescan son aquellos que tienen con qué hacerlo. Algunos, por una condición de “tiburones”, ni siquiera tienen necesidad de artes para la pesca.

Simplemente recordemos el “rescate bancario”. El gobierno salvó la situación del sistema financiero mexicano con cargo al pueblo. Es México quien, vía impuestos, paga, y seguirá pagando, el costo. Los “créditos irregulares” finalmente los pagamos todos. De una forma u otra. Los beneficiarios son unos cuantos que vemos retratados en las páginas de negocios, financieras y sociales de la prensa cotidiana.

La situación económica es sólo uno de los problemas de “coyuntura” que vivimos. El asunto va más allá. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, afirma que, además de una crisis financiera global, hay una crisis humana que hará, entre otras consecuencias, que la cifra de personas mal nutridas aumente, este año, en el mundo, en 44 millones.

 

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