Notas

Investigan objetos de naufragios ocurridos en Veracruz

Exploraciones de arqueólogos subacuáticos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han permitido determinar que el Arrecife Bajo Hornos, que constituye una ancha franja de 500 m que limita el acceso al puerto de Veracruz, actuó como trampa de naufragios, donde se han detectado vestigios de embarcaciones de los siglos XVI al XX, así como centenares de objetos de procedencia nacional y extranjera.

Bajo Hornos es parte del Sistema Arrecifal Veracruzano, y se localiza al sur del Arrecife La Gallega donde se edificó el Fuerte de San Juan de Ulúa.

Desde los años 80 y 90, y de forma reciente en 2010, un equipo de expertos de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, ha realizado diversas inmersiones para registrar in situ materiales que son testimonio de la intensa actividad marítima del puerto.

UN_EQUIPO_DE_ESPECIALISTAS_DEL_INAH_IDENTIFICÓ_LOS_RESTOS   DEL BUQUE BRITÁNICO HMS FORTH QUE SE HUNDIÓ FRENTE AL MAR DE YUCATÁN, A MEDIADOS DEL SIGLO XIX. FOTO HELENA BARBA-INAH_(3)

A partir de inmersiones en el Arrecife Bajo Hornos se han podido recuperar restos de más 300 objetos, entre los cuales predominan la cerámica y el vidrio, incluyendo fragmentos de procedencia mexicana, española, inglesa, francesa y estadounidense. Asimismo, en los sitios de este encalladero conocidos como Orejas, Jiníguaro y Reina, se han detectado vestigios dispersos de embarcaciones que zozobraron entre los siglos XVI y XX.

Por documentación, se sabe que cuando el puerto estaba a su máxima capacidad, los navíos eran amarrados unos a otros en la rada, siendo relativamente frecuente que estas embarcaciones se hundieran pese a estar ancladas. Las corrientes arrastraban los restos de estos desastres al Arrecife Bajo Hornos, explicó el historiador y arqueólogo subacuático Ricardo Borrero Londoño, tras referir que este punto actuó como trampa de naufragios hasta antes de la renovación y modernización del muelle, en 1902.

En la documentación de archivo consultada hasta la fecha, se mencionan los siniestros del navío “Castilla” en 1771, una goleta americana en 1779, una fragata inglesa en 1901, así como de dos naves en 1911. No obstante, el estado de la investigación aún no permite determinar si los restos arqueológicos hallados están o no asociados a los naufragios descritos en las fuentes.

“Tenemos que las naves se hundían en tiempos de nortes pese a estar al ancla; el desplazamiento de las corrientes y el flujo de los vientos, provocaban que con los cursos de agua se acarrearan todos estos materiales arqueológicos, estrellándose finalmente en el norte del bajo”.

En el sitio Orejas se registraron dos tablas que miden más de 1.50 m de largo y que estaban articuladas con cilindros de madera (cabillas) de 3.3 cm de diámetro. Asimismo, en Jiníguaro se hallaron dos tracas, las cuales a diferencia de las primeras tienen un sistema de ensamblaje mixto que combina cabillas de madera y clavos de hierro de sección cuadrangular.

En lo que respecta al punto denominado Reina, el investigador de la SAS destacó que se registraron elementos que podrían corresponder a la embarcación menor más temprana, de origen vasco, hallada hasta ahora en Hispanoamérica. Por sus características probablemente sea del siglo XVI.

Se encontró una estructura que pertenece a un posible fragmento de la obra viva (parte del casco que soporta las mayores fuerzas durante la navegación, localizada debajo de la línea de flotación), compuesto por 11 tablas y 16 cuadernas (costillas del barco). Otro resto, también de 11 tablas, pudo formar parte del espejo de popa o de un mamparo, estructura que separaba las cámaras y demás habitáculos de las embarcaciones.

Para Ricardo Borrero, los vestigios de embarcaciones hablan del diseño de cubiertas, de los elementos para sujetar el ensamblaje y de los materiales empleados en la construcción naval.

Sin embargo, no se hallaron restos de mástiles o de otras partes de las altas obras, que podrían situar al pecio Reina en la tipología, de modo que no es posible determinar si se trataba de una carabela, una nave, etcétera.

Sobre los centenares de objetos recuperados, el investigador abundó que sobresale porcelana inglesa de los siglos XVIII y XIX, así como botellas provenientes de las regiones de Coñac y Medoc, tal vez transportadas en los vapores que circulaban entre Veracruz y Burdeos.

La presencia de cerámica inglesa —explicó—, da cuenta de distintos periodos en la relación entre la Corona inglesa y la española, que dio inicio con fenómenos como el contrabando, y posteriormente con la apertura del libre comercio.

El hallazgo de una bala ojival que data de la segunda mitad del siglo XIX, también sería testimonio de la toma del Fuerte de San Juan de Ulúa durante la Segunda Intervención Francesa.

“Los materiales depositados en el Arrecife Bajo Hornos dan cuenta de la historia a través de los siglos, de uno de los puertos más importantes de América hasta la fecha, atendiendo aspectos como el intercambio comercial, la influencia cultural y los hábitos de consumo”, concluyó el arqueólogo subacuático Ricardo Borrero.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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