Notas

Faltó fondo a FCH en llamado a la unidad

 

Incapaz de aprovechar las pocas oportunidades políticas que se le presentan y carente de movilidad en los terrenos de la negociación y el acuerdo, el gobierno federal parece haber desaprovechado el tiempo de por fin, alcanzar un punto de unión entre todas las fuerzas políticas. Arrinconado por la realidad y por el escaso margen de movilidad derivado del conflicto postelectoral, el gobierno de Felipe Calderón perdió una clara oportunidad de crecimiento y consolidación. Después de los bombazos en Morelia, Felipe Calderón soltó un llamado a la unidad al que, todos, respondieron de manera favorable. Y la lógica imponía un complemento desde el propio gobierno que le diera, sin más, la iniciativa y el reconocimiento políticos de todos los contendientes. Así, se esperaba como gran apuesta política a favor de la legitimación del régimen, el retiro de la iniciativa presidencial en materia petrolera. Pero el gobierno no reaccionó. Mostró de nueva cuenta la cortedad de sus movimientos y la falta de profundidad en sus estrategias. Demandó unidad en tanto mantenía en la lisa política un debate que, como pocos, tiene como lógica respuesta, la división de los mexicanos.

Andrés Manuel López Obrador, con su tradicional oportunismo, entendió lo que el gobierno había puesto en la mesa de las discusiones. Y como pocos, aprovechó la ocasión. Abandonó la postura del rechazo a todo y a todos. Y habló de los acuerdos y las negociaciones. Pero a cambio pedía dar por cancelado el debate de la reforma energética. Se había adelantado al gobierno y se apoderaba de la iniciativa. Si Calderón retiraba el proyecto de reforma, la victoria sería para el tabasqueño. Y ni se mantenía, la victoria sería para el tabasqueño, ya que demostraría quiénes buscaban la división. En unos cuantos días, sin una estrategia de fondo y con la idea de que se puede dividir al perredismo y con ello bastará para sacar adelante la reforma energética. El gobierno federal perdió la oportunidad de convertirse en conductor del debate nacional. No se entendió que, juste o no, la agenda nacional había cambiado. Y que los ajustes resultaban obligados para el gobierno. Ahora, la unidad queda en entredicho, el gobierno le apuesta a más reformas legales y espera un debate político en el que, pase lo que pase, ha perdido la iniciativa… Y en tanto, la situación económica se convierte en el centro de todas las preocupaciones. Ya no se trata tan sólo de las contradicciones del gobierno frente al colapso financiero en los Estados Unidos, sino de una realidad que, se quiera aceptar o no, afecta ya a los bolsillos de las grandes mayorías de los mexicanos. El optimismo oficial no ha podido contener los datos duros. El empleo se ha venido por tierra, y la inflación alcanza niveles serios. El crecimiento del país este año puede quedar por debajo de los 2 puntos, cuando se había calculado una tasa del 3.5%. Y lo peor es que para el año entrante, la situación podría ser incluso mucho más riesgosa. Los expertos nos colocan en el último lugar de Latinoamérica en lo que a crecimiento se refiere. Y si ello es así, tendríamos que al terminar el 2009, el país podría haber perdido nueve años, todos de gobiernos panistas, en lo que a avance se refiere. Si se recuerda que con Vicente Fox el promedio de crecimiento del país fue de alrededor del 2% en el mejor de los casos, y que el empleo sufrió un severo retroceso, tendríamos entonces que a nueva años de iniciado el «cambio», la República habría no sólo perdido el paso en lo que a crecimiento se refiere, sino que habría entrado en una espiral de descenso que podría traducirse en poco alentadores niveles de tensión social. En estos momentos, la situación en los Estados Unidos no alcanza su punto culminante. Y los efectos a pesar de que ya se dejan sentir en el país, aún no llegan al nivel más serio. Así, los meses por venir serán muy complicados. La lucha contra la inseguridad a pesar de las cifras oficiales, no muestra avances reales. La economía se encuentra en un punto de fragilidad evidente. Y en la política no hay un rumbo claro al que los ciudadanos puedan sumarse. El panorama está lejos de ser positivo… De risa la actuación del IFE al imponer multas a los partidos políticos por los sucesos del 2006. Al PAN lo sancionan por la actuación de Vicente Fox como activista electoral. Pero ¿no sería mejor haber condenado a quienes en el mismo IFE simplemente no hicieron nada para impedir esa situación? Y al PRD se le castiga por el plantón en Reforma. Pero ¿a partir de qué momento el IFE se convirtió en agente de tránsito? Si estas son las autoridades que se encargarán de manejar todo el proceso electoral federal del año próximo, fácil es adivinar la ola de problemas que enfrentaremos una vez que los partidos se inconformen con resultados, gastos y demás conflictos que tradicionalmente aparecen en las elecciones en el país.

 

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