El supercómputo se ha vuelto el tercer pilar en el avance del conocimiento científico, porque permite dar a este sector un alto grado de certeza previo a la fase de experimentación, evitando el diseño y creación de laboriosos experimentos, generalmente costosos, con lo que se pueden conseguir resultados en semanas o meses cuando antes requerían de años o era imposible obtenerlos, sostuvo Isidoro Gitler Goldwain, del Cinvestav del IPN.
El investigador del Departamento de Matemáticas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), el cómputo de alto rendimiento representa un trabajo multidisciplinario donde convergen la frontera de la ingeniería, el cómputo y las ciencias, pero a menor costo, posibilitando el manejo de millones e inclusive billones de variables.
Al mismo tiempo, el supercómputo tiene una complejidad intrínseca en el modelado de proyectos para estudiar fenómenos planetarios, como el clima y los sismos o temas de investigación como la simulación del corazón, los pulmones, el sistema circulatorio, pozos petroleros, las galaxias y la cosmología, entre otros, que permiten ver su funcionamiento como si fuera en tiempo real para sus análisis y estudio.
Para el investigador, los otros dos grandes pilares del desarrollo del conocimiento científico y tecnológico son: la teoría, donde se trabaja en la ciencia básica, la generación de ideas y la creatividad.
El segundo es la experimentación, que ha permitido avanzar de manera fundamental y sirve para comprobar si las teorías son correctas con lo cual se han desarrollado aplicaciones importantes que han permitido resolver los grandes problemas técnicos o sociales de la humanidad.
La importancia que el supercómputo va adquiriendo para el avance de la investigación científica se puede ver a partir del interés que despierta a nivel internacional, por ejemplo en la clasificación Top500, que enlista dos veces por año a las computadoras más potentes del planeta, y la cual ha registrado un número considerable de nuevos equipos desde 1995.
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