Notas

Comparten especialistas acciones gestión Patrimonio Mundial

México cuenta con 34 bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial, lo que representa un tercio de los sitios que a nivel regional, Latinoamérica y el Caribe, están en el listado de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), de ahí que como Estado parte, nuestro país está llamado a marcar pautas y líneas de acción que mejoren la operación de los mismos.

De los 34 bienes mexicanos Patrimonio Mundial: 27 son culturales, principalmente zonas arqueológicas y centros históricos; seis naturales, lo mismo reservas de la biósfera en desiertos y selvas, que hábitats rodeados de mar, como fue la inclusión este año de las islas del Archipiélago de Revillagigedo; y uno mixto (Calakmul).

Tal cantidad y diversidad de bienes de valor universal excepcional, distribuidos en nuestro territorio, implica una enorme tarea, por lo que es necesaria una mayor colaboración con organismos de los tres niveles de gobierno y la sociedad civil organizada, para hacer cumplir lo establecido en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Francisco López Morales, director de Patrimonio Mundial del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), declaró que los planes de manejo, dijo, conducen a un mejoramiento en la gestión de estos espacios, por lo que desde hace años son un requisito para todos aquellos bienes que optan a ser inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial.

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En México, las zonas arqueológicas de Monte Albán y Teotihuacan, y las cuevas de pintura rupestre en la Sierra de San Francisco, en Baja California, han adquirido una importante experiencia en la implementación de estas directrices prácticas, de modo que son ejemplo en la materia.

Los gestores partícipes del encuentro, que se realiza en San Miguel de Allende (Patrimonio Mundial desde hace ocho años junto con la Villa Protectora del Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco), hablaron de sus estrategias para aplicar las denominadas cinco «C»: Credibilidad, Conservación, Capacitación, Comunicación e implicación de Comunidades, en las áreas bajo su responsabilidad.

Al respecto, Yadira Gómez Hernández, subdirectora del Área de Protección de Flora y Fauna Uaymil, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), habló de la complejidad de factores y actores que interactúan en el manejo de la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, donde se han establecido desde reglamentos para la adquisición de terrenos y tipos de construcción que limitan el impacto ambiental, hasta el control de especies exóticas invasoras como el pez león, la casuarina o pino de mar y el picudo negro de la palma, que afectan a las especies endémicas, tarea que conlleva un alto grado de involucramiento de las comunidades.

Mientras que Verónica Ortega, subdirectora de la Zona Arqueológica de Teotihuacan, puso énfasis en el programa «Guardianes de Teotihuacan» que por segundo año fue apoyado por la UNESCO a través de su programa de Voluntarios para el Patrimonio Mundial, de manera que jóvenes de Francia, Perú y Estados Unidos, impartieron talleres a niños y jóvenes de los barrios circundantes al sitio.

Otro aspecto a resaltar en el manejo de Teotihuacan, anotó la arqueóloga, es que el Plan de Desarrollo Urbano Municipal, dentro de su normativa, cuenta con un plano detallado que indica las áreas de potencial arqueológico, lo que para el ayuntamiento es una referencia acerca de los lugares donde pueden o no llevarse a cabo obras de carácter público y/o privado.

El arquitecto Ignacio Gómez Arriola, coordinador del proyecto Paisaje Agavero y Antiguas Instalaciones Industriales de Tequila, hizo una reflexión de lo que fue inscribir el bien en la Lista de Patrimonio Mundial hace una década, por haber sido la primera ocasión en que México presentaba un expediente técnico en la categoría de Paisaje Cultural, un precedente importante en virtud de que años después se incluirían las Cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla, en Oaxaca, en el mismo rubro.

El investigador del Centro INAH Jalisco concluyó que el concepto de patrimonio ha evolucionado con el tiempo. La idea decimonónica ponía el acento en la obra artística o el monumento; posteriormente, tras los desastres de la Segunda Guerra Mundial se consideró la protección de espacios más amplios como cascos históricos; y desde fines de la pasada centuria y este nuevo milenio, se ha puesto al ser humano como eje central de este criterio, al contemplarse como agente transformador de su entorno.

 

Acerca de Juan Carlos Machorro

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