Notas

¿Al agua, patos?

“Quién fuera pato para nadar, nadar por todo el mundo, pato para viajar sin pasaporte y repasar, pasar, pasar fronteras, como quien pasa el rato”. Decía Blas de Otero, poeta español de la posguerra. Y es que no estaba equivocado, pero no todos los patos corren con la misma suerte. Volvimos con David, un pato salvaje residente del Parque México, hace ya un año que lo entrevistamos, que supimos de sus penas, de su historia, de su entorno, de su vida. Hoy, sigue aquí, con el ala recuperada (y la esperanza también).

-Sr. David, gusto de verle, no lo imaginaba aquí todavía.

-Pues ya ves que sí, aun ando por estos lares.

-Lo noto más civilizado, ¿qué pasó?

-La ciudad, mi amigo, te acaba envolviendo, absorbiendo, haciendo de ti parte suya.

-¿Cómo ha cambiado su vida, señor David, desde la última vez que nos vimos?

-Mira, así la cosa, el otoño pasado nos dio tiempo para recuperarnos de los golpes a causa del lodo, mismo que fue desapareciendo bajo las hojas que caían de los árboles. El invierno fue cruel, tomó entre sus manos a varios compañeros. Luego vino el nuevo año, las reformas, vinieron a limpiar y ¡nos pusieron un comedor comunitario!, nos llevaron al veterinario a quienes padecíamos, pero ya sabes, la mayoría de las legislaciones sirven como remedio y no como solución, creo que a eso los humanos le llaman “atole con el dedo”. Ya estamos mejor, más no como deberíamos, medio lago sigue sin agua (sí, ya nomás medio, porque se ha ido llenando con la lluvia), nos tenemos que subir al islote a tomar el sol porque con tanto árbol ya poca luz entra y los humanos, bueno, se ve que nos quieren alimentar pero cuando vienen muchos, no todos pueden acceder, porque la hierba está tan crecida que de plano mejor se van.

-¿Entonces los de la Cuauhtémoc no le hicieron mucho caso?

-Pues sí y no, ya ve cómo es esto, atienden lo que les conviene, lo que les deja dinero, llevan como medio año “arreglando” la explanada del parque y yo la sigo viendo igual, hace ya tiempo que prometieron iban a talar la palmera quemada que está aquí y mírala, aquí sigue, negra, triste, muerta.

-¿Gusta de hacerles una nueva petición?

-De nuevo, les suplico lo mismo del año pasado, mejores condiciones de vida, creo que todos la merecemos ¿no?

Por su parte, el señor David, quien cuando padecía de su ala se enteró de la terrible noticia del fallecimiento de su madre, decidió no volver a su tierra, pero ha estado tramitando su cambio al Lago de Chapultepec, lleva un buen rato intentándolo, insiste en que si no hubiera tanta burocracia y papeleo innecesario ya viviría allá. Él es de esos patos que no se rinden, que buscan lo mejor para los suyos, tal vez se vaya, pero el cariño y el respeto de los de Parque México se lo quedará por siempre; démosles lo que necesitan, aquí, ahora.

Acerca de Luis Mario Vargas Casas

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