Notas

¡Encargó el despacho Fox en el sexenio perdido!

La ignorancia de Vicente Fox, amalgamada con ese cinismo tan de la casa, lo hizo confesar que cuando fue presidente de la república «encargó» el despacho y se iba, supuestamente a trabajar.
Si un ente de ese tamaño acepta que delegó el poder en segundas manos, entre otras las de Marta Sahagún, merece ser colgado, incluso por sus congéneres de partido.
El atolondrado guanajuatense debió continuar como vendedor de refrescos embotellados, en vez de meterse a la política a instancias del blanquiazul Manuel J. Clouthier. Un político de quinta no se atrevería a abandonar su área de trabajo.
Es inexplicable que el individuo de tan bajo nivel y sin el menor sentido común haya asumido el mando de México y, lo peor, ¡haber durado seis años! Pareciera que nos corre atole por las venas, como dicen tantos extranjeros.
Las barbaridades cometidas por Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo fueron superadas por Vicente Fox. Es quien presumió de su «gabinetazo» y de que éramos la 8a. economía mundial.
Nadie puede encargar un gobierno a nadie, ni un minuto. Vicente Fox no intentó al menos analizar los problemas nacionales, desde la silla de Palacio Nacional, la cual sólo ocupó para retratarse con la bandera en el pecho. Se pasaba el tiempo en su cabaña de Los Pinos y a las nueve de la noche se metía a la cama, según reconoció, sin escuchar las noticias del día.
Desde el comienzo del sexenio perdido –como lo califica el diputado Emilio Gamboa- Fox no supo qué llegó a hacer en la posición más importante del país.
Al tercer mes de la nefasta administración pregunté al gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, cómo le iba con el presidente. Luego de encogerse de hombros comentó que Fox parecía escucharlo, pero en realidad andaba en algún otro punto del espacio sideral, perdido.
Para entonces, Guillermo Ortiz había tenido dos acuerdos con el presidente y éste no le hizo ninguna pregunta en ambas ocasiones.
«Tengo la impresión, comentó Ortiz, que este pobre hombre es de buena fe y si alguna vez intentó leer un libro seguramente no llegó a la página veinte». En ese momento confirmé el temor de muchos mexicanos sobre lo que nos esperaba con Fox.
Después trascendieron reuniones importantes con funcionarios y al cabo de unos minutos se ponía de pie el primer mandatario indolente y mas o menos decía: «hay síganle… luego me informan». Y se iba a su cabaña.
Es el individuo que hoy pretende enseñar a los panistas qué hacer para ganar votos en los próximos comicios. Se olvida de la paliza recibida hace seis años en las elecciones federales intermedias.
El coordinador priísta de los senadores, Manlio Fabio Beltrones, pregunta a qué hombre o mujer encargó Fox el despacho presidencial para reclamarle. Porque cualquier hujier hubiera hecho mejor trabajo desde Los Pinos.

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