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Más vale un grito a tiempo

Miles de usuarios de la Línea 12 del Metro (L12) o Línea Dorada amanecieron el miércoles pasado con la triste noticia a la que muchos no daban crédito: El cierre de servicio en 12 de las 20 estaciones con que cuenta esta línea, que enlaza a Tláhuac con Barranca del Muerto, al poniente de la ciudad.

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La decisión la tomaron autoridades del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro ante la evidencia de los problemas estructurales que presenta, cuyo resumen era: peligro para los usuarios.

La suspensión del servicio se acató tras conocerse los estudios técnicos, encargados por el STC y el Proyecto Metro (PMDF), a firmas internacionales especializadas en esta materia, a nivel mundial.

El veredicto fue que las fallas técnicas y estructurales, que incluyen el desgaste prematuro de rieles y vibración excesiva, ponían en riesgo la vida de los 435 mil usuarios que, en promedio, lo utilizan, diariamente, a lo largo de 24.5 kilómetros, que separan a Tláhuac de Mixcoac, origen y destino la L12.

El dictamen de la firma alemana ILF Consulting Engineer fue preciso. El trayecto entre las Estaciones Tláhuac y Atlatilco presenta desgaste ondulatorio en rieles lo que provoca desniveles y alineaciones fuera de los parámetros normales.

Ese desgaste en rieles causa daños a las ruedas férreas de los trenes, a grado tal que seis de los 30 convoyes ya estaban fuera de servicio cuando se tomó la decisión de suspender temporal y parcialmente el servicio.

Además, el ondulamiento en rieles origina que cuando circulan los trenes, las ruedas no se deslicen, sino que golpeen los rieles y generan una fuerte vibración.

El estudio citado también encontró fisuras en los durmientes y aflojamiento y fracturas de los dispositivos que fijan las vías.

Existen otros problemas más de carácter eminentemente técnico y, desde luego, los de tipo financiero y sociales, que aún persisten.

Inaugurada por el exjefe de Gobierno del DF (GDF), Marcelo Ebrard, la Línea Dorada el 30 de octubre de 2012, tuvo una brevísima vida útil en más de la mitad de su trayecto, hecho que contrasta con las más de cuatro décadas que tienen las Líneas 1 y 2, que siguen funcionando, pese a su desgaste natural.

Incluso, el resto de la red de Metro lo hace dentro de la normalidad, a pesar de la carga, muchas veces, inusual de usuarios.

Detalles tan evidentes como la disminución en la velocidad de los trenes, que pasaron de 80 kilómetros por hora, según el proyecto original, a sólo 35, cantidad que disminuyó en los puntos críticos, evidenciaban que algo andaba mal en esa línea del Metro.

El costo de la obra sumó 26 mil millones de pesos y su construcción estuvo cargo del consorcio Ingenieros Civiles Asociados (ICA)-Alstom-Carso.

Ebrard, quien mantuvo discreto silencio a lo largo de las investigaciones técnicas sobre el funcionamiento de la L12, al final, expuso que las fallas no se le hicieron saber con antelación.

La suspensión del servicio en esta línea causa serios problemas a los usuarios, pero la decisión valoró la protección de ellos frente a una posibilidad de descarrilamiento y, como consecuencia, el peligro que enfrentarían, incluyendo la muerte.

Para subsanar estos problemas (por ahora secundarios), el GDF destina camiones de la Red de Transporte Pública (RTP) para trasladar a los usuarios a sus respectivos destinos de viaje.

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