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Joyas de México (II) Música y danza

A sobremanera, la globalización ha influido en los gustos musicales de la gente, por supuesto, los mexicanos no han quedado exentos. Desde la segunda mitad del siglo pasado, ritmos que, por el contexto social del mundo, llegaron a esparcirse alrededor de éste, han ido dejando en el olvido a nuestras propias raíces.

Hoy en día, las nuevas generaciones no conocen la música oriunda de nuestro país, la presencia de canciones extranjeras y su promoción es más fuerte que las propias. Y no es por hacer menos a otros géneros, pero ¿y la música ranchera? ¿y los sones jarochos? ¿por qué despreciarlos? ¿sólo porque “no están de moda”? Qué poco se valora llevarle serenata a alguien, o el escuchar a los organilleros al pasear por el centro, el oír un corrido revolucionario en algún paraje histórico, el sonar de las marimbas, el cantar de los mariachis, el ruido de los tambores, el rugir de las trompetas, la alegría de nuestra música.

Por otra parte, las danzas regionales de este país son tremendamente hermosas, los vestidos adornados de mil y un arreglos, los colores moviéndose al son de la música. El baile folklórico es (como todo lo bueno de México) extenso. Desde el más remoto punto en una serranía, hasta en pulidos escenarios en las grandes ciudades, se pueden observar a los pocos grupos que aún conservan la tradición. Sólo que al no ser éste llevado a la práctica en eventos comunes, no es muy demandado.

Arte, más que nada, México es arte, su música y su danza son otra gran expresión de lo bello que es, no importe lo que diga el resto del mundo, llevemos nuestras raíces a su auge de nuevo. La identidad la tenemos, sólo falta defenderla.

Acerca de Luis Mario Vargas Casas

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