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Un pedacito de Facundo Cabral

Sé que cuando leyeron el título del artículo correspondiente a esta semana instantáneamente cuestionaron mi capacidad de distinguir entre que es rock y que no es, pero permítanme explicarles porqué decidí escribir de un trovador.

La explicación es sencilla: porque hay música que trasciende géneros y fronteras musicales, hay enseñanzas en letras de canciones y en ejemplos de vida que no pueden enfrascarse al tipo de acordes que salen de una guitarra y porque creo que independientemente de las preferencias musicales que cada uno de ustedes tenga, vale mucho tener un poquito de Cabral en su repertorio.

Cabral fue un cantautor argentino de trova pero principalmente de soliloquios, es decir, de reflexiones en voz alta, monólogos llenos de enseñanzas y anécdotas; quien falleció recientemente en una emboscada mientras se dirigía al aeropuerto La Aurora al sur de Guatemala.

He decidido no darle mayor espacio al tema de su muerte, pues a pesar de lo difícil que puede ser entender cómo un embajador de la paz, un hombre que siempre habló de paz, de perdón, fue víctima de la violencia y del odio atrapado en este mundo, él mismo explicó en repetidas ocasiones que sólo Dios sabe y dispone y que él se dejaría llevar. Además, para todos aquellos que sigan consternados por la noticia, les recuerdo una de sus frases:

“No perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón”.

Mejor les platico brevemente que Facundo Cabral fue un hombre que nació en la pobreza, que tuvo acceso a la educación hasta adolescente, donde decidió comerse el mundo: aprendió a leer y escribir, se devoró a Whitman, Borges, San Agustín, filósofos sofistas, cuentistas, escritos bíblicos, y a todos los usós posteriormente en sus letras.

También, les comparto que en 1970 escribe “No soy de aquí, no soy de allá”, canción que lo haría famoso y que hasta la fecha cuenta con 700 versiones en 28 idiomas.

Y aprovechando el poco espacio que me queda, les cuento que debido a problemas con la banda de ultraderecha Triple A, Facundo se exilió en nuestro país, donde su religiosidad se hizo más latente, lo cual seguramente ayudó a lidiar con la muerte de su esposa e hija de un cáncer que lo acechó.

Finalmente, los dejo con una de sus grandes enseñanzas:

“Perdona a todos y perdónate a ti mismo, no hay liberación más grande que el perdón; no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza, y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el resentimiento y la crítica (agotadora y vana tarea), que te hace juez y cómplice de lo que te disgusta”.

Ojalá esto les haya dejado un poco de cosquillitas y decidan acercarse a semejante personaje, aprovechando que debido a su fallecimiento va a andar por todos lados, de verdad que vale la pena.

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