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La realidad no tiene vuelta de hoja. La Selección Mexicana de Futbol o Tri, como pomposamente le llaman algunos, juega a perder. Si logra rescatar un punto ya es una ventaja. Lo demostró ante Jamaica, primero; y ahora, frente a Canadá. Las argumentaciones son muchas. Unas, válidas; otras, dudosas. Los aficionados que, por lo general, saben mucho más que los cronistas de televisión cuestionan, con toda razón, al técnico Eriksson y crece el número de quienes se oponen a mantenerlo en el timón del conjunto nacional. Pero, curiosamente, también existe un número, cada vez mayor, que detectó que en el seno de la Selección existe una fuerte mafia de jugadores que evita ingresar a los verdaderos profesionales. Afirman que más que Selección es un club de amigos y cuando algún nuevo elemento es convocado le hacen la vida de cuadritos o simplemente no lo incorporan en las jugadas cuando están en la cancha para nulificar su juego y hacerlo quedar mal. También hay quienes afirman que los errores, supuestos o reales, de los seleccionados obedecen a intereses de las empresas que están detrás de ellos. Esto es más bien una perogrullada. Desde hace tiempo se sabe que así ocurre. Son muy pocos quienes dudan, incluso, que el Tri califique para la siguiente ronda, lo cual pareciera no estar bien fundamentado porque, aun con todo lo mal que está jugando, prácticamente ya tiene medio boleto en la bolsa, gracias a esos sistemas de calificación de la FIFA que, a veces, parecen sacado de la manga

TORNEOS INTERNOS Sea cual fuera el final de la Selección, otra verdad de a kilo es que el Tri no es más que el reflejo de lo que, semana a semana, ocurre en los torneos futbolísticos nacionales, convertidos ahora es una máquina de hacer dinero y en los que los futbolistas se acercan más al fantasioso mundo circense antes que al centenario balompié. Equipos de gran tradición y de mucha querencia entre los aficionados como América, Cruz Azul, Pumas o Toluca han caído en el descrédito y quedan muy pocos quienes los guardan en su corazón. Máxime, ahora que la comercialización devora todo y hasta el más barrigón, ése que nunca ha pateado un balón, sale a la calle vistiendo la camiseta del equipo campeón en turno. También es común ver a mujeres que ni saben ni les interesa el futbol, ir con sus acompañantes al estadio sólo para lucir o echar relajo, aunque jamás hayan estado ni siquiera en un equipo llanero…

DEPORTES EXTREMOS Por eso, cada día los estadios lucen más vacío y los jóvenes se inclinan por otro tipo de espectáculos, como son los deportes extremos donde persiste todavía el espíritu de la competencia tradicional. 

 

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