En Ambiente

Piden políticas que no fomenten los OGM

Durante la presentación del libro “Envenenados” del escritor Patricio Eleisegui, mencionó que en Argentina van dos décadas de la implementación de cultivos transgénicos y la aplicación de plaguicidas. “Argentina se ha consolidado como el ejemplo dramático de lo que genera una agricultura industrial y el crecimiento de la frontera agrícola sobre los ecosistemas y la salud humana” y añadió “este tipo de sustancias tóxicas han sido encontradas en alimentos, agua, aire, suelo e incluso en los habitantes de las grandes ciudades y otros puntos del país que presentan un grado irreversible de contaminación”.

Patricio Eleisegui dijo que Argentina encabeza en la región una tendencia productiva que sepulta cualquier idea de soberanía alimentaria a manos del interés de los grandes actores globales del agronegocio y lamentó que cuando se designan territorios para abastecer a las grandes economías, hay consecuencias irreversibles.

Agregó que es importante ahondar en las características de la práctica agrícola que se lleva a cabo en Argentina pues arroja una clave para desarrollar estrategias que nos permitan anticipar el movimiento predatorio de las multinacionales, salvaguardar el requerimiento alimenticio de nuestros pueblos originarios en América Latina, así como también mantener en prioridad la necesidad de garantizar la seguridad sanitaria en toda la región.

En este contexto Fernando Bejarano, Director de la Red de Acción Sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México (RAPAM); dijo que los casos dramáticos del impacto a la salud y medio ambiente que causan los plaguicidas químicos en Argentina, descrito por  Patricio Eleisegui en su libro, nos da cuenta de lo equivocado que es seguir apostando a políticas de apoyo a monocultivos dependientes de agroquímicos y transgénicos bajo control de transnacionales; sin embargo, es una mentalidad neoliberal tecnocrática  presente también en las políticas aplicadas en México, que debe cambiar en el próximo gobierno electo”.

Y  añadió: “lo que se necesita es un cambio de visión y políticas que no sacrifiquen los derechos de comunidades campesinas vulneradas, insectos polinizadores y ecosistemas sensibles,  sino que  cree las condiciones para sacar del mercado a plaguicidas altamente peligrosos, especialmente los prohibidos en otros países, a la vez que promueva alternativas agroecológicas, en un diálogo de saberes con las organizaciones de productores, academia y organizaciones no gubernamentales”.

Por su parte, María Colin asesora de Greenpeace México, puso en contexto lo que sucede en la región maya de la península de Yucatán: “este es un caso que ya presenta consecuencias palpables por la implementación del modelo de agricultura industrial, basado en transgénicos y cócteles de plaguicidas, que contamina el agua, el suelo y que afecta la salud de poblaciones humanas y la flora y fauna de la región, aunado a  deficiencias del sistema de bioseguridad y una pésima gestión y manejo de agrotóxicos. Debemos transitar ya a un modelo de agricultura ecológica”.

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