En Ambiente

Oscuridad

Gethsemaní. Óleo sobre tela. 50 x 60 centímetros.

Ligero el viento que no acaba por secar el sudor viscoso. Trémulo entre los torcidos olivares, solo, sin el apoyo de un brazo amigo, sin el regazo materno en donde esconder la temblorina yacente en la soledad agobiante de esta densidad preludio a la negretud total, final, eterna oscuridad profetizada; abandonado en su concepto de individualidad, de vida y de misión.
¿Valió la pena el esfuerzo? ¿Significará algo la dolorosa espera en esta tenebrosa oscuridad, cuando el temor de la carne punza? los golpes, las afrentas, la humillación frente a los suyos; la vergüenza.
Ya no estará entre los amigos para compartir el jugo de la vid, el pan de la tierra, la risa ante la broma sosa…; solo para siempre, enfrentado a su vitalidad en destrucción, tentado a claudicar ante el terror dominado por años y creciente en la incertidumbre de un futuro esparcido entre el polvo junto al llanto, porque ya no será suya la realidad que le vio nacer, únicamente es ésta la verdad: abandono en el olivar y los ojos enrojecidos, postrado sobre la tierra que le guardará.
Y ¿después? ¿La oscuridad será menos densa? ¿Vendrá el olvido? Ya no más el esfuerzo continuo, el control sobre las flaquezas. El amor a la vida cala profundo. Y ¿terminar así, derrotado en el caos mental?
La reverberancia huidiza deja una simulación en la luminosidad lunar posada en sus pómulos amoratados.
Seguir, seguir hasta poner entre los brazos abiertos el peso universal. Cumplir, cerrar el círculo desde ahora, a solas con su estrujado espíritu, antes de los últimos catorce actos, y, quizás, sólo quizás, sea un epílogo transformado en Pensamiento.

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