En Ambiente

Fundamento

12 minutos. Vinílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros

«Las diversas líneas del desarrollo anímico parten de una cepa común cuyas raíces se extienden al pasado. Se halla ahí, también, el paralelismo anímico con los animales.»
Carl Gustav Jung
El secreto de la flor de oro
Paidos, 1984

El revisar la historia de los movimientos religiosos y las prácticas entre los grupos de la Iglesia de Cristo durante los siglos XII y XIII, veremos que para los denominados «perfecti», el medio para la consecución de la vida eterna exigía la aceptación (y práctica) de los tres sellos: el «signaculum oris» establecía la prohibición sobre el consumo de alimentos impuros: carne, huevos, leche y queso; el «signaculum manus» impedía al «perfecti» dar muerte a cualquier cosa viva, de la cual, la lógica derivación lleva a impedir todo dolor a criatura viviente; el tercer sello –«signaculum sinus»– entrañaba el impedimento a toda forma de relación sexual, según anota Edward Burman en «Los secretos de la Inquisición», página 22 de la edición de 1988 por Ediciones Roca.
Bulle la ira, la desesperación y frustración, cuando alguien, por los motivos que a su parecer justifiquen el acto, provoca, propicia o causa daño sobre cualesquiera de las manifestaciones de la vida animal. Y muchos aún gozan con espectáculos en donde los animales son los actores y las víctimas, para denominar tradición al desfogue ritual durante las celebraciones patrias, religiosas, fundacionales… a más de que, si alguien puede, las establece para el disfrute de los pocos convocados a su mesa.
No falta quien comente jocoso el daño infligido a «los brutos» durante la etapa de su curiosidad infantíl. Ejemplifica y reta al prójimo a mejorar los hechos, estimulado con las carcajadas de satisfacción y pleitesía de los babeantes arrimados a quienes el interés les nubla el juicio.
Por mientras, urge asimilar con vergüenza de hombres el daño a la Vida en su manifestación animale, aún cuando empresarios visionarios determinen que gracias a su sapiencia en cruzas y mezclas, el aporte económico en tales afánes les otorga el derecho sobre esas vidas, o, que aquellos, para sanear su entretejido nervioso marchito en las batallas sociales, tonificase con la incomparable experiencia del turismo cinegético.
Pero, tampoco en su momento la posición vital reconocida en los «perfecti» era novedad, porque: «El Serapeo era un centro de estudios reputado. En cuanto al personal del templo, Rufino de Aquilea subraya que los que moraban en él practicaban la agneia, es decir, un conjunto de observancias tales como la continencia, la abstinencia de un cierto número de alimentos (vino, aceite, pescado, ciertas carnes) y determinadas abluciones», refiere Claude-Brigitte Carcenac Pujol, respecto a la religión egipcia tradicional hasta el siglo IV-V en «Jesús, 3000 años antes de Cristo», publicado por Plaza&Janes, 1991.
Quizás valga la pena no apostar fuerte en lo tocante al modernisimo valor en la abstinencia de carne por alimento y nuestro respeto por las especies asociadas en nuestra vida, que en el pasado correspondía más a una medida sanitaria que a un principio de responsabilidad con la otredad.

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