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Colofón: Cuándo anular una elección. El caso Luvianos

 

  • El camarada López Obrador
  • Colofón: Cuándo anular una elección. El caso Luvianos
  • La del Estribo: La alberca

 

 

El camarada López Obrador.- Se va nuestro camarada –Le decía un adusto militante perredista al hacedor de las crónicas irreverentes- ¿Camarada? Se referirá a un amigo, se preguntaba el trovador de los callejones editoriales. Allá por el tiempo de la Revolución Rusa, los bolcheviques utilizaban el término para referirse a sus iguales. Era una connotación marcadamente socialista inventada por los soldados. Los camaradas vivían juntos, compartían beneficios, pertenencias, peligros e infortunios. El mal augurio para la Europa socialista es que, una vez que triunfaba la Revolución, nuevos mesías reinaban y se acababa la camaradería.

Por eso el término quizá no sea el más afortunado para AMLO pero si el más acertado para la izquierda nacional. Se explica el amanuense: El tabasqueño nunca fue la opción para ganar la presidencia. Sus métodos no engañaron a nadie y el porcentaje de votación obtenido pertenecía al PRD, al PT y al Movimiento Social. No era del de Macuspana. Ese aferramiento ya lo había convertido en un líder mesiánico enfermo de poder. De incrustarse en la silla bien pudieran haberse presentado rompimientos. México no es Venezuela y menos Cuba. Nos atan hermandades latinoamericanas pero México es México y sabe caminar sin la muleta de ese socialismo radical al que empujaba Andrés Manuel a los ciudadanos.

Si bien la izquierda nacional es admirable y luchadora, sus victorias no le pertenecían a Vicente Lombardo Toledano, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez o Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo o al guerrillero Jesús Zambrano “el tragabalas”, le correspondían a los Mexicanos, y eso la distinguía. Eso, apreciable lector, lo olvidó López Obrador y de ahí su declive.

Hoy renuncia a los partidos que lo empujaron, a los que secuestró para lograr su candidatura. Y su dimisión obedece a que dentro de 6 años él no será el candidato de las izquierdas. Lo será de su morenaza, allá ni quien le peleé nada. Será su movimiento y hará lo que le plazca sin consultar a nadie. Ya no será el camarada de lucha y eso es un buen remedio para la salud de la izquierda que avanzaba como trolebús descarriado hacia la esquizofrenia política y al derrumbe de su historia… Cuentan que mientras caminaba escoltado hacia el exilio, subiendo los escalones al Ypiranga, Porfirio Díaz escuchaba gritos de repudio, entre ellos un mexicano “Vete derechito a la Chingada”… No es el caso, sólo se acordó el blasfemo de quinto patio…

Mientras saborea un café con leche acompañado de una deliciosa concha con nata, el creador de las efemérides dantescas analiza la postura de Miguel Ángel Benítez Rivera para exigir al Tribunal Electoral del Estado de México limpiar la elección municipal en Luvianos. Él, quien representara al Parido Acción Nacional como candidato en la sureña demarcación mexiquense dice contar con las pruebas necesarias… Y muestra algunas a los ávidos medios de comunicación. La diferencia de votos de su organización contra la del virtual ganador, PRD-PT-Movimiento Ciudadano, es tan sólo de 76 sufragios.

Y seguramente son pocos. Recordemos que hace 6 años AMLOranas peleaba a Calderón 400 mil votos y armó santo zafarrancho que bien podría ser el caso para que don Miguel Ángel organizara el suyo, pues son únicamente 76 votitos que, aunque valen por cada ciudadano que los emitió, cabría la necesidad de realizar una investigación. Siendo analíticos, si tan sólo esta autoridad, máxima autoridad por cierto, decidiera anular una casilla, bastaría incluso para condenar esa elección a su duplicación y es que, el repostero sureño acusa al alcalde de estrategias coercitivas para inducir el voto y de condicionar la entrega de insumos agropecuarios a cambio de cada boleta marcada a favor de su oponente. Y aunque mostró algunas de éstas compruebas, lo que es claro es que, además de realizarse unos nuevos comicios, se habría que iniciar proceso penal al edil por estas maniobras.

Muy atentos estaremos a este desenlace, argumenta el cronista de las irreverencias sotaneras, y es que este caso no se asemeja al ocurrido en el asunto presidencial. Aquí, insiste el sarraceno editorial, bastaría que una de las casillas impugnadas se anulara para echar por la borda toda una votación.
La del Estribo: La alberca

En una de esas noches de terrible tempestad y, al calor de las copas, varios periodistas compartían historias de su niñez. El turno era de Pepe Nader. Hubo un tiempo en que mi madre no me comprendía –Dijo-. Resulta que en cierta ocasión le pedí permiso para ir a la casa de un amigo que tenía alberca. Es que hoy pondrán el trampolín de 10 metros. Ok, Pepe, ve y cuídate. El entonces lozano aspirante a reportero regresó con los brazos y piernas rotas. A la semana siguiente –Nos platicaba- nuevamente pidió permiso a su mamá para ir a la alberca de su cuate. Es que hoy ponen el trampolín de 20 metros –Le expresó a la señora- Ve y cuídate, le respondió. Una hora más tarde regresó el silla de ruedas y collarín. Una semana después, nuevamente solicitó permiso para ir a la alberca de su vecino. Pero Pepe, cada vez que vas regresas golpeado, no vas. “Anda mamá –Nos decía que le había dicho a su mamá-. Déjame ir, ves que hoy le ponen el agua… Hasta otro Sótano.

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