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Se analizan productos base de las edificaciones prehispánicas

Con el propósito de identificar cuáles han sido las sustancias que han hecho posible la permanencia de edificaciones prehispánicas, científicos de la UNAM realizan estudios en la zona arqueológica denominada La Joya de San Martín Garabato, localizada en el municipio de Medellín de Bravo, en Veracruz, en el Golfo de México.

Esta edificación, que data de entre los periodos protoclásico y clásico (entre los 400 y 1000 años después de Cristo), fue analizada en 2009 por miembros del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) y del Instituto de Química.

Se llegó a la conclusión de que la materia prima de los ladrillos requeridos para la construcción de una pirámide ubicada en La Joya fue el adobe, una masa hecha a base de arcilla y arena en forma de bloque. Aunque el adobe en forma de ladrillo por sí solo no pudo haber resistido lluvias y vientos durante tanto tiempo.

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Para comprender dicha resistencia, Alfonso Romo de Vivar, titular del Laboratorio de Productos Naturales del Instituto de Química, explicó en comunicado de prensa que se tomaron muestras de rellenos, adobes, pisos y aplanados de la edificación para separar sus componentes mediante técnicas de espectroscopía infrarroja, resonancia magnética nuclear y espectrometría de masas.

Indicó que “encontramos hidrocarburos, esteres aromáticos y aceites secantes; los dos primeros podrían provenir de derivados del petróleo, como el bitumen, comúnmente conocido como chapopote. Y en el caso del tercer elemento hallado, éste debió actuar como disolvente del bitumen”.

Por su parte, Yuko Kita, investigadora en Conservación del Patrimonio Cultural del IIA, expresó que el chapopote se disuelve bien en aceites secantes, por lo cual propuso que el aceite derivado de la chía pudo haber sido el que actuó como disolvente del chapopote, para evitar que el agua se filtrara en el ladrillo de adobe.

Desde diciembre de 2012, los expertos de ambos institutos realizan pruebas experimentales en cinco muros. El primero de ellos fue hecho con arcilla y agua, sin estabilizante; el segundo, con extracto de malva como sustancia adicional; en el tercero, mezclaron el adobe con extracto de guácima; en el cuarto añadieron chapopote disuelto en aceite secante de linaza; y al último agregaron una emulsión de asfalto.

“El elaborado sin estabilizante se agrietó en poco tiempo. Los que contienen chapopote y la emulsión asfáltica no presentaron grietas profundas, tampoco el de malva ni el de guácima, aunque pueden presentar deterioro con la lluvias. Por ello, se continuará con el monitoreo de estos muros, para evaluar su resistencia a la intemperie”, dijo Kita.

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