Comunitarias

De mis pasos. Los de mañana… los de ayer… los de hoy

Al salir de casa, por la mañana, me abordan dos damas, jóvenes. «¿Nos permite unas preguntas?». Se trata de una encuesta, dicen. Sondeo, aclaro, una encuesta supone un procedimiento estadístico sujeto a reglas que no veo en el procedimiento. La joven, trabajadora social de profesión, sabe de qué hablo y acepta. Se los he dicho, comenta amable, pero me mandaron a hacer esto y aquí estamos.

El sondeo se refiere a la pertinencia del programa instrumentado por Miguel Ángel Mancera, de cambio de armas por cualquier cosa. ¿Está de acuerdo? Sí, por supuesto. Aunque, opino, se debe trabajar con mayor intensidad a favor de cambios de conducta de los capitalinos, con la finalidad de reducir niveles de intolerancia, de rijosidad, de imprudencia. Ello demanda actuar sobre el complejo de circunstancias que forman la condición de vida de las personas, comenzando desde la familia.

En el seno de la familia ocurren hechos que modelan comportamientos en sus integrantes. Aclaro, cuando hablo de familia me refiero al modelo tradicional mexicano, el que más corresponde a mi manera de ser, de hacer, de sentir. Supongo que sigue predominado aquel en el que cuentan padres, hijos, abuelos, tíos, primos. Si bien acepto que a causa de una modernidad, cada vez más determinante, la familia nuclear (padres e hijos) avanza incontenible. Cosas de la sociedad industrial y postindustrial, de la sociedad cibernética. Hay otras formas que para los efectos de este comentario no considero, por ahora.

Decía de hechos que modelan conductas. Ángel Infante, promotor de bien hacer en las organizaciones en las que participa, entre ellas la Asociación de Egresados de la Escuela Superior de Comercio y Administración, del Instituto Politécnico Nacional, bien conoce del asunto.

Cuando Ángel Infante era secretario técnico del Sistema de Corresponsabilidad Social Educativa, de la SEP, que entre sus tareas tenía la de trabajar a favor de la equidad educativa, decía que la falta de cohesión familiar, era problema frecuente a superar para lograr igualdad de condiciones de los niños y jóvenes objeto de los procesos educativos. Bueno, pues la cohesión familiar, la integración de sus miembros, sobre todo de padres entre sí y de hijos con ellos, es necesaria para el fomento de los valores de amor, respeto, lealtad, con los que se contravienen los antivalores de intolerancia, rijosidad, imprudencia, tan frecuentes en el acontecer cotidiano.

El tema da para más. Lo seguiremos tratando.

 

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