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Reflexiones sobre los circos con animales

COLUMNISTA INVITADO: Sergio Roldán.
Recientemente el tema de la restricción sobre animales en los circos de nuestro país ha causado gran escozor en la sociedad y derivado de esto se ha detonado una interesante polémica y debate. Evidentemente es muy sencillo e incluso «políticamente correcto» alzar la voz a favor de esta restricción, sin embargo la gran mayoría de la opiniones se han visto ensombrecidas por la falta de información e incluso el manejo tendencioso de la misma.

De forma muy desafortunada, todos los sistemas políticos cuentan con algunas personalidades que ejercen su función de manera poco ortodoxa y profesional, y da como resultado la toma de decisiones con criterios personales mal informados, o peor aún, se respaldan en el consejo de personajes que argumentan esas mismas decisiones con una visión propensa a pasar por alto muchos factores que hoy por hoy se han convertido en un serio problema de respeto a los seres vivos.

Es más fácil declararse a favor de una postura que evita problemas en el muy corto plazo, que atender de manera cabal un asunto serio que debe manejarse con una planeación integral y con metas claras de responsabilidad y humanismo.

En principio hay que tomar en cuenta que en un muy alto porcentaje de individuos en vida silvestre, pero aún más los mamíferos, que han sido sustraído de su hábitat pierden en el mediano plazo la posibilidad de sobrevivir en caso de ser regresados a su lugar de origen, esto quiere decir que es poco probable intentar reincorporar a los animales de circo a su entorno natural. Por lo tanto, será indispensable asumir la responsabilidad como sociedad de ofrecer mejorar sus condiciones hacia una vida digna.

Animales-Circo

La recién promulgada Reforma a la Ley de Espectáculos Públicos en el Distrito Federal que prohíbe el uso de animales en circos no considera varios factores relevantes que a tan sólo quince días de su promulgación ha generado nuevos cuestionamientos, por ejemplo, ¿qué será de todos aquellos animales decomisados? o ¿a dónde se canalizarán para ofrecer una vida digna a estos desafortunados individuos?.

En principio, dudo que haya espacios suficientes para recibir y otorgar condiciones necesarias para animales que han vivido en circunstancias tan diversas, y queda aún más confuso el cómo harán estas reservas o santuarios para sustentar económicamente la alimentación, requerimientos básicos y trato especializado necesario para un grupo tan heterogéneo de animales.

Me gustaría invitarte a reflexionar sobre el trato digno que vivirán ahora los animales que se han quedado sin sustento, pues si bien se ofrece a los empresarios permanecer con los animales, no se le otorgan incentivos para mantenerlos. Y precisamente esto me lleva a otro aspecto por reflexionar: el apego que pueda tener el empresario o entrenador de circo a sus compañeros de vida.

Para muchos manifestantes o amantes de los animales que empujaron por resolver esta reforma, sus animales de compañía por no decir mascotas, son prácticamente parte de su familia, ¿cierto? y es razonable pues los animales son seres vivos llenos de emociones y es de esperar que se formen lazos derivados de la convivencia diaria, pero esos mismos lazos pueden ser tan estrechos entre una persona y un lindo gatito como entre una persona y un elefante.

Si, definitivamente existen circos con practicas lastimosas para sus animales, que deben ser castigados con el mayor rigor de la ley para evitar y hacer responsables a sus dueños sobre el maltrato y denigración a la vida natural que mantienen. Sin embargo, también hay empresarios y circos que dan los mejores tratos y cariño a estos seres. Como en todo, hay casos negativos pero también casos ejemplares. De la misma forma que existen amantes de los animales y pseudoamantes de los animales.

Seguro conocerás personas que se desviven por sus compañeros de vida, animales domésticos, pero también existen personas que se dicen amar a sus mascotas y sin embargo, las mantienen encerrados en casa, en habitaciones de tres metros cuadrados mientras salen a trabajar, y me pregunto, ¿esto no es maltrato animal?, ¡seguro que sí!. Pues estos casos también deberían ser castigados con el mismo rigor de ley, ¿no crees?.

Por otro lado, el discurso político propone eliminar por completo los espectáculos con animales y complementar esta ausencia a través de muestras escénicas con seres humanos, malabaristas, contorsionistas, trapecistas, etc. Quiero suponer entonces, que se ha previsto la posibilidad de que estos espectáculos se ajusten con la participación de niños chinos contorsionistas que se ven obligados a forzar sus cuerpos a ejercicios extrahumanos desde muy pequeños, desde edades en las que tampoco tienen poder de discernir entre lo que está bien o no para ellos. Exactamente la misma situación que viven los animales que dan pie a esta columna. De no ser así, estaríamos hablando de un claro esquema de incongruencia social y humanista.

Soy poco partidario de satanizar cualquier situación y este caso no es la excepción, prefiero analizar e invitar a la reflexión sobre las múltiples posibilidades de circunstancias que encaminaron a los involucrados a un comportamiento en particular, y con esa misma filosofía intento visualizar los distintos escenarios que pueden resultar de las decisiones que se tomen.

Para aclarar la postura. No, tampoco estoy de acuerdo en promover espectáculos basados en el abuso animal, sin embargo creo que es necesario incidir en la sociedad antes de afectar o poner en riesgo la integridad de los mismos animales. Es preferible fomentar la conciencia de respeto hacia los seres vivos con el público consumidor y este ejerza su poder de decisión al premiar o castigar al empresario y así el mismo circo adopte medidas y modifique sus espectáculos.

Sin duda nuestra sociedad debe evolucionar hacia un esquema de convivencia y tolerancia mutua siempre en miras de encontrar un equilibrio con la naturaleza. Las leyes y normas de conducta, de consumo y de convivencia que nos rigen en la vida cotidiana se deben asumir como forma de vida con respeto hacia otros seres vivos humanos o vida silvestre.

Nuestra sociedad, la mexicana necesitamos asumir nuestras responsabilidades cabalmente, debemos planear y conducir nuestros actos individuales y comunitarios hacia un crecimiento desde las entrañas de la sociedad. Basta de discursos y posturas tibias, mal informadas o poco meditadas. Es imprescindible construir leyes y normas que conduzcan de manera gradual al desarrollo de la sociedad, pero cimentarlas en una planeación adecuada, documentada y con perspectivas a delegar los acuerdos con las próximas generaciones y evitar en la medida de lo posible emitir leyes que acarreen consecuencias derivadas de una reducida perspectiva o nulo involucramiento de las partes involucradas.

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