Campus

Vuelta

Madre de hombre. Acrílica sobre cartulina. 37.8 x 50.9 centímetros

¿Fue acaso el hartazgo por tantos soles o el cansancio al dar tanta vida?
Es una fea broma y guardo para mí la idea de que pronto aparecerás en el mismo sillón, al doblar la esquina o desde alguna oculta hendidura para retomar las vestiduras abandonadas y recuperar el aroma de tu cocina; para reírte de la angustia ajena y del semiolvido acumulado en el ruido diario, para gritar que aún amas a la vida y que fuiste a conocer a qué sabe la distancia.

Porque regresarás a platicar de otros prados, de otras arboledas, bosques y eriales; del agua bautismal en cascadas, ríos y pozos; de los trinos de otros pájaros, de cerros lejanos donde le viento agitara tus cabellos, mas no la querencia, de planicies donde llenaste los ojos con otros destellos y a las constelaciones vieras desde un ángulo insospechado, de corolas y pistilos desconocidas con su aroma indescriptible… de una comunión sin pasado.

Ya nos contarás de otros fríos, de lluvias diferentes, pastos calcinados por el sol y de soledades, y quizá no te entienda porque mi mente divaga entre vómitos de frustración y angustia sinfín sobre este desconcierto colgado en el espejo.

Y en tu regreso a casa repetiré tu nombre por si acaso lo olvidaste o en los afanes del aprendizaje cambiaras por otro que no tiene ni el mismo ritmo ni igual significado.

Traerá acá tu espíritu fortalecido con extrañas oraciones, nuevas canciones y suspiros en la postpuesta dejancia y mostrarás tu ampliada sabiduría al afirmar que los números no miden la vida ni a la distancia las eras.

Sólo pido que no extrañes prontamente tus nuevas latitudes y que tu tacto tenga el mismo calor, tu voz el tono anhelado y el brillo de tus ojos opaquen el tiempo transcurrido y a esta vaciedad que no por oculta es menos agobiante.

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