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Piedra

Volcán de Colima (Volcán de Fuego) Acrílica sobre cartulina. 35.0 x 51.0 centímetros. (Colección: Xóchitl Fraga Méndez).

Volcán de Colima (Volcán de Fuego)
Acrílica sobre cartulina. 35.0 x 51.0 centímetros. (Colección: Xóchitl Fraga Méndez).

De cantera o mina, piedra sepulcral, arca, piedra fundamental, piedra angular (axial); la piedra muere cuando olvidamos su significación y el trabajo en ella.

Horas de esfuerzo para desgajarla, para dotarla de una forma base, para abrir sus veneros y conocer los ensueños de sus caras.

La piedra habla del esfuerzo humano, de sus inquietudes y aspiraciones, de lo profundo llevado al exterior, de la labor encadenada.

El vientre de la piedra canta con la música de las estrellas, de allá en donde ella misma fue una y otra vez diferente y la misma, de los tiempos cuando fue energía fluyente, de sus condensaciones y estallidos concatenados, de su viaje por distancias inimaginadas hasta ofrecer el desgarrado primor de la efímera representación.

Piedra son la luna, el sol y las estrellas, los errantes cuerpos con sus caudas y es pétreo el corazón de los hielos errabundos.

Apenas con una talla sutil ya aparece otro semblante de la piedra; con el golpe sabio brotará la figura encubierta de piedra dentro de la piedra, las miles y millones de posibilidades adormecidas en la matriz pétrea.

Piedra para la liturgia y la ceremonia de renovación, piedra de molienda, piedra arrastrada al fondo de los mares y océanos; piedra olvidada en el fondo de la cañada o en la estípite salomónica que alguna vez llamáramos piedra; piedra/escudo en el arco de la entrada principal de la vetusta casona en cuyo frente queda la fosa de un poyo desechado.

Materia para la alfarda destruida, soporte de una verja adornada con flores —celestina imperturbable para un beso discreto en el umbral—. Hubo una piedra solar apoyada en el costado catedralicio y otra cuyos chorretones de sangre son dos serpientes de continuidad, un peregrinar finalizado ante la piedra florecida para encumbrar piedra sobre piedra en otra visión del ordenamiento etéreo.

Incontables piedras escalonadas para llegar a la visión de los dioses, pedruscos para devastar una creencia que bajo la lluvia y el viento pierden su forma original hasta liberar esa otra forma yacente entre los poros de la piedra inútil.

Piedra dúctil, piedra violentada; piedra para la protección, piedra triunfal puesta en una frente. Una piedra es el primer escalón y el último, hay un reguero de piedras luminiscentes que revelan el camino sacro. Cuerpo descendido desde una falda estrujada hasta donde el río penetra profundamente para fracturar, quebrar, fragmentar la tosca superficie hasta impulsar un fragmento de ella, pulido con ímpetu. Vomitada entre estertores líquidos —furibundamente ígneos—, entre rugidos aromatizados por el azufre, la piedra es joya-compañera descendida entre el plumaje ardiente.

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