Campus

Nulidad indeleble


Faro. Acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros.

Retahíla de palabras entrecortadas, inacabadas, metidas a la fuerza en aquella atmósfera opresiva en la que yace, embrionaria, una melodía machacona, prevaleciente el ritmo vital con la fuerza primigenia; cadencia oscura, perdida, extraída al pasado denso, entre un aullido visceral y la voz gutural en el abismo ignaro de luz, tenebroso.

Me introduje en la negritud incoherente en los velos de la oscuridad –espesor de obsidiana– sin la arcada anticipatoria ni visión de las luminarias aun reinantes en su manto viridina. Aquí no entran los nombres y están perdidas las definiciones.

Busqué a tientas la figura susurrante y encanecí de terror menguado el equilibrio mental con la síncopa del tamborileo goteante sobre un yunque de piedra arcaica, chasquido repetido de muro a muro proveniente desde el fondo horadado con la fuerza vetusta ahí vigente, desde la verrugosa cúpula las irregularidades del escabroso suelo al que descendía la humedad viscosa, pestilente, de la transpiración filtrada por entre los veneros calcinados en el transcurso de las eras innombradas, más antiguas que el pasado jamás por conocer.

Las gelatinosas franjas ácidas, verdinegras, pútridas, traían a las fosas nasales, a la garganta, sobre la piel, la nauseabunda condensación escurriente por entre los dedos ateridos, inútiles en aquel vacío esporádicamente interrumpido con el batir de unas alas membranosas, el rebullón de aletas, caudal y colas sumergidas en alguna parte y el arrastrar baboso franqueantes de toda barrera.

Aquí el horror emborronó todos los pecados, en él languidecieron las virtudes y ni un mínimo asomo de arrepentimiento serenó el carácter doblegado, la ruindad consumada de los sentidos.

Quizás afuera, muy por encima de toda mezquindad, de la lóbrega realidad circundante, sea de noche y llueva. ¿Amanecerá nuevamente sobre lo que alguna vez fueran campos de labranza verdes y fértiles –espacio del sosiego bienaventurado por una sonrisa y cuatro letras–?

¿Lloverá para engrosar el río?

¿Lloverá sobre mí algún día?

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