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Las tres «T»

Vuelo. Papel, adhesivo y acrílica sobre cartulina. 35.7 x 27.0 centímetros.

Llegó bajo el manto de un nombre olvidado en la voluta oscurecida por el tiempo y en la mente, desde el lugar en donde “el agua se junta con el cielo” al espacio de “los señores convertidos en dioses”, ahí en el área al pie del monte sacro los dioses penitentes (Nanahuatzin y Tecucciztecatl) purificáronse por cuatro noches frente a las lenguas ardientes para ofrendar su vitalidad y con ella caldear e iniciar la nueva contabilidad en la vida de las criaturas.

Aquel dios milenario del mar y el viento asciende al altiplano, asentándose en Teotihuacan, para cuidar, enseñar, nutrir y ennoblecer a sus hijos durante apretados atados de años.

Chalchiuhtlanetzin funda la ciudad de Tollan (o Tullan, alrededor del año 667 n.e.), cimentará la vida en sus dominios con el pensamiento y hacer del antiguo reino teotihuacano y a ésta traerán al dios tutelar ya con el nombre de Quetzalcoatl y en ella le transformarán en sacerdote-rey con la advocación ritual de Topiltzin-Quetzalcoatl.

Devastada Tollan por las guerras entre las nuevas divinidades errabundas y las fuerzas del dios civilizador, Quetzalcoatl huye de su segunda ciudad-reino para desaparecer en el lugar donde “el agua se junta con el cielo”. La fecha de la transfiguración de Quetzalcoatl en estrella de la mañana es un año Ce-acatl (987 n.e.) y deja a sus hechuras humanas la promesa de su regreso en algún año Ce-acatl.

Transcurren las eras y las vidas macehuales y Tenoch, líder de un nuevo grupo proveniente de Aztlán, funda Tenochtitlan (1325), recipiente lacustre para revitalizar el mensaje y la secuencia cultural tomada de los tolteca de Tollan.

-oo-

Es tarde –quebrantado “el atado de años”- los individuos llegados durante el año Ce-acatl (1519) no son los mensajeros del señor de Tollan. Todo está roído por el gusano, sombreado de fracaso. Las consciencias religiosas y actuantes en las profecías corren el velo para descubrir el rostro de la falsedad en los fundamentos para las formas substantivas.
Las enseñanzas ancestrales, las verdades del calmecac, del telpochcalli, el sustento moral para el encadenamiento de la vida colectiva e individual son vanas.

A la realidad agarrotada, tomada del piochtli, la destruye el decaimiento con mayor fuerza que el grupo de extraños y sus armas atronadoras protegidos por sus asociados indígenas irritados por los excesos de los mandatarios de la Nueva Tollan, del sitio heredero, Tenochtitlan la depositaria del sistema creado por el dios ha cubierto con un nombre olvidado llegado a Teotihuacan, en donde los huesos de los señores son sólo huesos de hombres muertos.

Acerca de Víctor Manuel López Wario

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