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depre919Regresó con “la memoria” de su cámara fotográfica llena con imágenes de las que no recuerda en dónde fue esto o aquello; sin ángulo ni composición, omitidos los planos y disipada la esencia.

Habla de un tiempo de escape y del peregrinar condicionado de sur a norte, del oeste al este, de horarios impuestos, de lugares sin matices, carentes de relieve y de lenguas sin trasfondo; de costumbres trasnochadas adheridas a una piel extraña, de vigilias jocosas.

No hay en el recuerdo algún dolor, ninguna vergüenza ajena ni la sorpresa tras alguna esquina pueblerina donde el ritmo del habla local le aportara un desconocido retintín a sus sentidos; rápidamente olvidó el espacio de cobijo, el saludo matutino y los nombres circundantes, los sabores estrujantes, el crujir del pan de los de “allá”.

No yacen en sus sueños el tiempo ajeno ni el rosario de olores aposentado en colores contrastantes, armonizados, volátiles o a ras de tierra, el verde de los prados o la agrietada resequedad del entorno, del canto entre los árboles o del nuboso recorrido sobre los oscurecidos montes. No asentó algún término exótico en su lenguaje, el estallido del trueno en otras alturas, ni prosigue un pasado apenas recordado. Más vicios, menos virtudes, mantienen lo áspero por sobre las tersuras, la fealdad sobre la esquiva belleza en lo ajeno.

Algún barrunto de recuerdo llega de vez en cuando con incorpórea, altisonante reminiscencia sin de referencia de lugar.

Regresó con su cámara fotográfica plagada con imágenes que nunca verá, no hay en ellas catálogo y, un buen día “borrará” de “la memoria” tanto estorbo junto con esos veintiún días de su vida.

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