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De trasmano

depre747
Colibrí. Lápiz, marcador y acuarela sobre papel. 21.5 x 28 centímetros.

Atributos, cualidades, características y virtudes son posesiones particulares –unas heredadas y otras adquiridas en el desarrollo desde gameto– sujetas a las circunstancias, a la influencia externa y al esfuerzo personal; contienen las limitantes de lo físico y lo mental para su desarrollo en cada individuo.

Así, no todas las personas poseemos la pericia, la fuerza, la retentiva mental… no todos somos filósofos –tampoco abúlicos en demasía—frente a un todo complejo entre ser y querer… cada cual a lo propio con la deseada capacidad para no emular con la llaneza del entendimiento.

Reconocer a quien posee la instrucción y la pericia para subir montañas altas no obliga a cometer el suicidio por estupidez si carecemos de un todo logrado con la coherencia , consistencia y las facultades largamente trabajadas, manifestadas con fracasos, avances, retrocesos, imposiciones, limitantes externas (sociales), y, aún así, quedamos en la frontera de un quizás.

Muchos somos incapaces para enfrentar el oleaje fuerte, carecemos de la energía de los superhéroes y, para reducir esta sarta introductiva, no con insistencia irreflexiva osemos adobar un chiste o una historia, que, con un mínimo giro hacia la simpleza, por norma, arruinamos.

Un buen día, don Juan Mora Nieto encajó en la plática esta historia mínima (ahora carece de la fluidez y el aliño de quien sabe recrear generosamente el contenido):

“Amanecía en la selva con el fulgor y la humareda un incendio. Todos los animales corrían enloquecidos en busca de salvación y resguardo.

“El elefante, con el aplomo y la sabiduría propias de su especie dada a la reflexión, iba a la cercana laguna a proteger su gruesa piel con el lodo y llenar su larga trompa para arrojar el agua en ella acumulada sobre la vegetación crepitante.

“En sus idas y regresos veía a un colibrí esforzado en cargar de agua su pico y llevarlo lo más cercano a la dañada vegetación que le permitiera el fuego. Ante ello, el elefante le interrogó:

“Pero ¿qué haces? ¿Qué beneficio puede acarrear tu afán en contra de la magnitud del incendio? ¿Cuántas vueltas darás para siquiera humedecer una hoja?

–“No lo sé: sólo hago lo que puedo» –respondió el colibrí–.

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